28 noviembre, 2017

10 Lecciones cinéfilas

Porque el cine no sólo entretiene, también educa y deja lecciones cinéfilas.
Algunas del dream team que leerán a continuación fueron reseñadas en posteos anteriores. Otras, en cambio, auguran un lugar futuro en la nube. Mientras tanto, vale la pena citarlas y homenajearlas porque todas me enseñaron cosas importantes de la vida. Buenas y malas, como debe ser.
Lo que sigue a continuación no es un balance, es sólo un recorte caprichoso escorpiano, mi selección de imperdibles.
Pasen y lean!


Te deprimes cuando engordas o cuando llueve mucho. Te pones triste, eso es todo. De repente, uno tiene miedo y no sabe por qué. Cuando me siento así, lo único que me ayuda es subirme a un taxi e ir a Tiffany's. Me calma los nervios enseguida. Es tan silencioso y soberbio. Allí no puede ocurrir nada malo. Si encontrara un lugar que me hiciera sentir como Tiffany's entonces compraría muebles y le daría un nombre al gato.

Desayuno en Tiffany's, Blake Edwards

Desayuno en Tiffany's es la película que toda vecinita debe ver no una vez en la vida...mil veces. Nunca podré aburrirme de Audrey Hepburn, del romance, de New York y de ese gato sin nombre que abandona bajo la lluvia. No quisiera spoilear nada pero por suerte, hay rescate. Felino y humano. Y toda la secuencia, aunque dramática, es tan hermosa como oír a la Hepburn cantar Moonriver desde el marco de su ventana.

(Moonriver ganó el Oscar como Mejor canción en una película y también se llevó el de Mejor banda sonora)

- Te conté dos historias sobre lo que pasó en el Océano. Ninguna explica qué causó que el barco se hundiera y nadie puede probar cuál historia es verdadera y cuál no.  En ambas historias, el barco se hunde, mi familia muere y yo sufro. Entonces, ¿qué historia prefieres?
- La que tiene al tigre. Esa es la mejor historia.
- Gracias. Y así es con Dios.

Life of Pi, Ang Lee

Life of Pi es una obra descomunal, un despliegue visual que no pueden pasar por alto. Mucho menos si detrás está el ojo oriental de Ang Lee. Es cierto, este barrio es fan de su cine pero además Life of Pi está llena de lecciones. Ya no importa si son cinéfilas ni tampoco importa qué religión profesen o sigan. Quizá, Life of Pi se convierta en su nueva religión y aprendan a sobrevivir en un bote con un tigre de Bengala como compañero de ruta. Mi compromiso de hablar largo y tendido sobre la historia de Pi y el tigre Richard Parker sigue pendiente. Y mi amor por ella, intacto. Aunque llore como una condenada cada vez que decida verla.

(Ang Lee ganó el Oscar como Mejor Director por Life of Pi. Además, se llevó la estatuilla dorada por su fotografía, efectos visuales y banda sonora)


Cuando el perro muerde, cuando la abeja pica,
Cuando me siento triste,
Simplemente recuerdo mis cosas favoritas
Y luego no me siento tan mal.

The sound of music, Robert Wise

Aflojemos con el llanto. Al menos, por una escena. ÉSTA escena.
The sound of music, también conocida como La novicia rebelde, es obligatoria y envejece bien. Se disfruta más con el paso de los años. La historia de froilan María y el Capitán Von Trapp es tan conocida en el mundo cinéfilo que voy a hacer de cuenta que todos la vieron. La foto que ilustra este breve post es una de mis favoritas. Asustados por la tormenta, el piberío del Capitán Von Trapp ahuyenta sus temores cantando sobre sus cosas favoritas. La canción en cuestión, My favorite things, enumera cosas ñoñas y adorables como los bigotes de los gatitos, mitones de lana calentitos, paquetes envueltos en papel marrón atados con cuerdas y los inviernos blancos que se derriten en primavera, entre otras cosas. ACÁ pueden revisitar el post cuando la vecinita habló de esta escena en particular. Hoy, era inevitable volver a ella e incluirla en este decálogo. 
Además, creo que es una linda idea hacer una lista de sus cosas favoritas.
Teman o no a las tormentas.

(The sound of music arrasó en los Oscar. Se llevó el de Mejor Película, Mejor Director, Mejor banda sonora, Mejor montaje, Mejor sonido)


Con un poco de suerte, el año próximo estaré saliendo con alguna de estas chicas. Pero por ahora, déjame decir fuera de cualquier esperanza, y sólo por ser Navidad, (y en Navidad uno dice la verdad) que para mi eres perfecta y mi desgastado corazón te amará hasta que te veas así.
Feliz Navidad.

Love actually, Richard Curtis

El cine nos regala escenas perfectas. Ésta es una de ellas.
Me atrevo a decir que Realmente amor (Love actually) tiene una de las mejores declaraciones de amor. (La otra es: Simplemente soy una chica, pidiéndole a un chico que la ame - Notting Hill)
Lo que hace el actor Andrew Lincoln, con sus carteles y el collage es tierno, adorable, gracioso y amoroso. Conmueve tanto a hombres como a mujeres. Nadie puede resistirse a esos carteles, con ese villancico de fondo, y la mirada de amor de Andrew. Bueno, nadie no. Aparentemente, la escuálida Keira  no tiene corazón. Un motivo más para boxearla y no quererla.
Es cierto que ya mencioné la escena de los carteles ACÁ y ACÁ también, cuando hablé sobre 10 razones para ver esta película, pero nunca es demasiado.
Siempre tenemos ganas de Love actually. 
Siempre vamos a tener ganas de ver bailar al Primer Ministro y de volver a llorar con Emma y su disco de Joni Mitchell.
Pero sobre todas las cosas, siempre vamos a buscar la excusa perfecta para ver la repetición asegurada por el canal de aire, la tarde del 25 de Diciembre.



Era uno de esos días en que está a punto de nevar y el aire está cargado de electricidad. Y esa bolsa está bailando conmigo, como un niño pidiendo jugar, durante quince minutos. Ese día descubrí que existe vida bajo las cosas y una fuerza increíblemente benévola que me hacía comprender que no hay razón para tener miedo. Jamás. El video es una triste excusa, lo sé, pero me ayuda a recordarlo. Necesito recordar, a veces, que hay tanta belleza en el mundo que siento que no lo voy a poder aguantar y mi corazón va a explotar.

American beauty, Sam Mendes



El año que se estrenó Belleza americana era la favorita de los Oscar. Y también era mi favorita. A veces, hay coincidencia. Y hablando de coincidencias, estoy segura que muchos vecinitos van a darme la razón cuando diga que la escena de la bolsita es una de las mejores de la película de Sam Mendes. Es hipnótica y deja huella porque al día de hoy, y a pesar del paso del tiempo, cada vez que veo flotar una bolsita recuerdo esta escena. 
Podríamos hablar de muchas escenas, pero me quedo con ésta y con la idea de la belleza de las cosas de la vida. Aún cuando la película aborda una sucesión de desastres, los últimos cinco minutos es una enumeración de esa belleza que ya no es americana, es universal.

(Tal como estaba previsto, en el año 2000, Belleza americana cosechó estatuillas doradas. Se llevó el Oscar a la Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guión Original y Mejor Actor a Kevin Spacey)




Cuanto más sepas quién eres y lo que quieres, menos permites que las cosas te alteren.

Lost in Traslation, Sofia Coppola



Quizá no hablé de esta película pero sí de mi amor fanático por el cine de la hija de Francis Ford Coppola. Esta película es ese amor total que siento por las tierras niponas y su cultura. Es sobre la soledad, la comunicación o la falta de ella y la supervivencia en un entorno tan alienante y a la vez tan fascinante como Tokio.
Y además, está Bill Murray para hacer tu vida mejor.
 Una de mis películas cabeceras. Forever and ever.


(Sofía Coppola ganó el Oscar al Mejor Guión original)



El hombre que dijo "Preferiría ser afortunado que bueno" tenía una profunda perspectiva de la vida. La gente teme reconocer qué parte tan grande de la vida depende de la suerte. Da miedo pensar que sea tanto sobre lo que no tenemos control. Hay momentos en un partido en el que la pelota alcanza a pegar en la red, y por una décima de segundo puede seguir su trayectoria o bien caer hacia atrás. Con un poco de suerte, sigue su trayectoria y ganas. O tal vez no y pierdes.

Match Point, Woody Allen



Woody Allen venía de hacer películas menores como Melinda y Melinda y La vida y todo lo demás, hasta que llegó Match Point y rompió esa racha. Con la frase citada arriba en la voz en off del protagonista, ópera de fondo, y la secuencia inicial de la pelota de tenis a punto de convertirse en ese momento del juego que da nombre a la película, cuestiona metafóricamente la suerte y el azar. Y con eso solamente capturó toda nuestra atención.
Es un preámbulo auspicioso y soberbio que no decae. El entorno es elegante, los diálogos geniales y el casting impecable. Eso no es ninguna novedad porque sabemos que el viejo Allen maneja esos hilos a la perfección. Lo interesante es la filosofía del crimen y el castigo, la tragedia a lo Shakespeare con un final que retoma la metáfora inicial para explicar la cuota de azar que también está presente en la justicia, el miedo que produce la falta de control, y esa escena terrible de la foto, cuando Scarlett se le aparece en la puerta de la empresa a los gritos, reclamando que el protagonista se haga cargo de sus faltas, de sus errores y de todas las mentiras prometidas.
La mentira no es la que va. 
Nunca puede ser la solución.
Apesta. 
En Match Point y en la vida. 
Siempre.
Sépanlo.



No dejes que nadie defina tus límites por el lugar del que vienes. Tu único límite es tu alma.

Ratatouille, Brad Bird

La historia de la ratita cocinera es esa película adorable que siempre nos da hambre, ganas de París y renueva nuestros sueños. Porque como dicen en la peli: Cualquiera puede cocinar. 
Aunque no crean suficiente en esta máxima, sí crean en sus sueños. Aún cuando estén más cerca del torpe chico Lingüini que de la sofisticación del chefcito Remy.

(Ratatouille ganó el Oscar a Mejor Película animada)

Lo curioso de esta forma de comunicación es que es más probable hablar de nada que de algo, pero sólo quería decir que para mi, toda esta nada ha significado más que muchos algo.

Tienes un email, Nora Ephron

¿Cómo no íbamos a incluir una lección cinéfila de nuestra hada madrina? Tienes un email es perfecta, casi tanto como Insomnes en Seattle, pero esta escena de la visita inesperada del villano Joe F-O-X que sacó del negocio a nuestra heroína, Kathleen Kelly, es una de mis preferidas.
Ella ya vendió todo. Se quedó sin su negocio adorable. Está resfriada y todavía no sabe qué va a hacer de su vida. Él le cae de sorpresa en su casa e intenta ser su amigo. Le lleva margaritas y eso suma. Él ya sabe todo de ella porque aunque en la vida real sean enemigos, en la vida virtual sucede todo lo contrario, sólo que Kathleen todavía no lo sabe. La idea es que ella, así de resfriada, estaría hecha un desastre, pero no. Su cara, ese corte de pelo y sus mohines nos dicen lo contrario. Todas nosotras quisiéramos estar así cuando nos resfriamos. Y Joe Fox, por primera vez y en mucho tiempo, le dice cosas amables, le lleva las flores, le prepara un té, la arropa y le dice que se cuide, que sería una pena no ver Nueva York en primavera.
Amor.
Sólo eso.
Amor por Ephron y por ellos dos. 



El mundo no se divide entre buenas personas y mortífagos. Todos tenemos luz y oscuridad en nuestro interior. Lo que importa son los caminos que tomamos, eso somos en realidad.

Harry Potter y la Orden del Fenix

Cierro con Potter, the boy who lived.  Así, tal cual como empezaba el libro. Desde ese primer momento amamos su historia y años más tarde cada una de sus adaptaciones cinéfilas. 
Pobre de aquel que crea que las de Potter son historias para niños.
Arriba, una frase de muestra y una foto única para recordar de paso al inolvidable Alan Rickman o Profesor Snape.

Hasta el viernes, vecinitos!

21 noviembre, 2017

10 buenas razones para ver: Las confesiones del Señor Schmidt


No estoy tan segura si About Schmidt será la última película reseñada en esta sección. Nos queda un mes para el cierre y quizá una película navideña podría infiltrarse entre balances cinéfilos y seriales, pero de algo sí estoy segura: las películas de Alexander Payne me pueden y About Schmidt es una de mis favoritas. Por eso, sin dar muchas vueltas ni explicaciones al respecto ocupa su lugar dentro del reinado 2017.

Warren Schmidt tiene 66 años y está en un momento clave de su vida. Acaba de jubilarse de la compañía de seguros para la que trabajaba y se siente perdido con su vida, con su tiempo libre, en la diaria con su esposa después de 42 años de casados. Además, Jeannie, su única hija, está a punto de casarse con un hombre que él desprecia. Un incidente desgraciado y repentino que no pienso spoilear lo motivará a realizar un viaje de autoconocimiento. Su destino final es Denver, donde vive su hija, unos días previos antes de la boda. Durante el viaje, Warren compartirá sus pensamientos por escrito con un inesperado amigo, Ndugu, un chico huérfano de Tanzania, el cual patrocina a través de una ONG. A través del intercambio postal, Warren empezará a verse y a ver la vida que ha llevado.

Vecinitos, no les traigo una comedia ni tampoco una tragedia griega. Les traigo una película fundamental.
Pasen y lean:

10 buenas razones para ver:
Las confesiones del Sr. Schmidt


  1. El director. Lo dije en posteos anteriores y no me canso de repetirlo: Alexander Payne es un genio en el arte de retratar personajes antipáticos, difíciles, jodidos. Pasó en La elección, en Nebraska, en Entre copas, en Los descendientes y también con Warren Schmidt. Es su marca, pero también se encarga de agregar una cuota importante de absurdo en sus historias y se agradece, porque si ven una de Payne tienen que estar preparados. En sus películas no hay efectos especiales ni historias imposibles. Es la vida. La fuckin life. Con lo bueno y lo no tan bueno. De eso se trata.
  2. Jack Nicholson. Les puede gustar más o menos. Pueden pensar que es un desagradable o un genio, pero nadie puede negar que Nicholson es un peso pesado y sus películas una clara muestra de ello. En About Schmidt lo vemos perdido, desorientado con su tiempo libre de jubilado. Llena crucigramas, se levanta antes que suene el despertador aunque ya no tenga que ir a trabajar, intenta aparentar cierta comodidad que no existe, pero no importa el ámbito o la situación, Warren hace un esfuerzo. Esa es la palabra. Cada vez que se enfrente a compartir un momento con la familia del novio de su hija, ante los rechazos de su propia hija, cada vez que escribe cartas para el chico que patrocina en Tanzania, y hasta cuando se entere de una traición de juventud de su mejor amigo. Schmidt tendrá lo suyo pero lo intenta. Y eso es lo que vale.
  3. June Squibb. Una de las actrices fetiches del director. Participó en Nebraska y en About Schmidt y siempre es genial, pero es importante la mano del director. El ejemplo más claro es su desaprovechada participación en una pésima película de Navidad que reseñamos ACÁ y su luminosa aparición en la serie Girls. La viejita Squibb es genial siempre pero, por favor, no la desaprovechen.  En About Schmidt es dominante, es quien decide en el matrimonio, quien toma la palabra y también quien alienta a su marido en su nueva etapa como jubilado. La escena que lo espera en la super casa rodante con el desayuno es tierna, amorosa, única. La amo.
  4. Road movie. El viaje de autoconocimiento es un clásico de Payne y nunca nos aburre. Al contrario, lo esperamos. Warren Schmidt se sube a su supervan y recorre varios estados hasta llegar a Denver. Pasa por Kansas y vuelve a la universidad donde estudió y también por la casa donde vivió en su infancia, hoy, una tienda de neumáticos. A veces, sus paradas son en lugares lindos, con un lago de fondo. Otras, en lugares inhóspitos donde se siente el frío, la humedad, la soledad. Durante el recorrido, siempre está su voz en off. Es el relato de sus cartas al pequeño huérfano de Tanzania. Le cuenta sobre su viaje y los planes que surgen en el camino. A veces, miente o pasa por alto detalles dolorosos, como el rechazo de su hija ante la llegada repentina de su padre. A pesar del tema en cuestión, en Los descendientes el viaje era más fácil de ver porque transcurría en un lugar como Hawaii, donde siempre había un espacio de calidez como la playa o un barcito con unos tipos y sus ukeleles. Y sí, además estaba Clooney que siempre suma. En About Schmidt ésto no pasa. El viaje es más crudo. Hace frío, Schmidt viaja solo hacia un lugar y una situación (el casamiento de su hija) que rechaza. Y además, hay un plano donde ve la tristeza del traslado de unas vacas hacia su muerte. Si quieren llorar, ese es uno de los momentos para hacerlo. 
  5.  La familia del novio. A la cabeza, Kathy Bates. Ya sea como una loca desquiciada en Misery (inolvidable) o acá, como Roberta, la mamá del novio, Kathy Bates es lo más. Roberta es una mujer con varios matrimonios encima, medio hippie, liberal que nada tiene en común con Warren, excepto el parentesco que está pronto a suceder. Su hijo Randall, el novio de Jeannie, es ese amigo que Julia Roberts quería recuperar en La boda de mi mejor amigo. Irreconocible con pelo largo con colita y bigote horroroso, se dedica a vender colchones de agua y según Schmidt, es un tipo mediocre para su niña mimada que recibió la mejor educación y en su tiempo extracurricular practicaba equitación y violín. Todas las escenas de comilonas con la familia del novio, previas al casamiento, son bizarras y ayudan a sortear el drama detrás. 
  6. La casa rodante. Una confesión puramente personal: amo las casas rodantes. Hay una escena en la que Schmidt para en una especie de camping para casitas rodantes, y dicen que se trata de una Adventurer de 10 metros. No se en verdad existe este modelo pero sí podría vivir en una de esas, o al menos, hacer un lindo viaje. Es hermosa y tenía que estar en este decálogo por impresionante. 
  7. La escena de la estrella fugaz. Una escena de esas confesionales que los hará llorar a quienes tienen el lagrimal flojo. Schmidt lanza la pregunta al universo. Desde el techo de su camioneta, mira al cielo pensando en su mujer y le dice ¿Qué pensabas realmente de mi en el fondo? Era yo el hombre con el que de verdad querías estar? O te decepcionaba y eras demasiado buena para demostrarlo?  Dice más cosas, pide perdón, está abrigado con una manta, con unas velitas y unas figuras de porcelana como testigos. Desde ese cielo estrellado pide una respuesta y la estrella fugaz responde. Cuando amanece, se siente un hombre nuevo. No sabemos si es tan así, pero sí es una escena nocturna perfecta.
  8. La escena del brindis. A pesar de los intentos fallidos, en About Schmidt se celebra la boda y como es habitual, hay una escena de brindis. Todos nosotros, espectadores, pensamos que va a ser un desastre, pero no. Es otra de esas escenas únicas que nos regala el director. Quizá, a esta altura se hayan dado cuenta que About Schmidt es una película para llorar y sí, van a llorar. Cuando Schmidt diga su speech en el casamiento de su hija van a sentir ese nudo en la garganta, van a pensar en el camino recorrido, en ese padre que acaba de ver algo que no quería pero lo acepta porque se trata de la felicidad de Jeannie, en todo lo que perdió, lo que descubrió en su viaje y también lo que ganó.     
  9. El intercambio postal con Ndugu. Además del viaje como elemento transformador, About Schmidt suma el hecho romántico y nostálgico de un intercambio postal. Al principio, las cartas de Warren son prueba y error, pero después de un tiempo - tal como su historia - las letras fluyen. Mientras conduce, la voz en off de Nicholson nos relata cada una de las cartas que le escribe a Ndugu. Con mucho humor y humanidad, Schmidt le cuenta a Ndugu todo lo que ve, todo lo que siente. Las palabras brotan con una fluidez que le encantaría haber tenido con su mujer y con  su hija. Todo lo que no puede decirles a ellas se lo dice a un chico huéfano, en el otro lado del mundo, a través de una carta y un aporte económico mensual.
  10. El final. Los finales no se spoilean pero el viaje termina, y si vienen acumulando ganas de llorar con la escena de la estrella fugaz, el brindis y algún otro acontecimiento no mencionado en el post, acá tienen la frutilla del postre: la escena final. Estoy segura que la gente más sensible que pasa por este barrio va a derramar unas lágrimas. "Tengo que aprovechar al máximo el tiempo que me queda" dice Schmidt en una escena. De eso se trata. Nos lo dice Nicholson y uno de los directores favoritos de este barrio.

About Schmidt es una película del año 2002 y su director fue Alexander Payne, quien ganó el Globo de Oro a Mejor Guión y Jack Nicholson ganó como Mejor Actor en Drama. Además, Kathy Bates y Nicholson fueron nominados en los Premios Oscar como Mejor actriz de reparto y Mejor actor respectivamente.

17 noviembre, 2017

Una nueva vuelta al sol


Tres deseos.

Que me llame Jake Gyllenhaal.
Que me invite a salir.
Que seamos felices y comamos perdices.

Mientras espero la llamada de Gyllenhaal, hago un alto y pido mis tres deseos verdaderos. 
Claros, precisos, sentidos, auténticos.
Cierro fuerte los ojos para pedirlos pero se que están más abiertos que nunca.
Eso sólo ya es un excelente regalo.

Me fui a festejar, vecinitos.
Feliz finde!

14 noviembre, 2017

El día que me enamoré del cine


Para la mejor vecinita del mundo que me llevó desde tan temprano al cine. 
Y aunque no lea este blog, para Spielberg con cariño.

Cuando tenía 6 años mi mamá me enseñó, entre tantas otras cosas, a ser del palo de E.T., el extraterrestre. A través de su amor por el cine y en particular, con esta película, se encargó de mostrarme que hay gente buena como Elliot dispuesta a ayudarte, a enseñarte, e incluso si es preciso y aunque duela el alma, la gente como Elliot es capaz de acompañarte a tomar la nave que te llevará de vuelta a casa.
Este blog se lleva mucha tarea para el hogar, muchos temas pendientes por escribir, pero no E.T. Y  aunque siempre supe que en algún momento iba a escribir sobre esta gloria ochentosa, el momento es ahora, en pleno reinado del escorpión y durante esta semana; la de mi cumpleaños.
Así de importante es E.T. para este blog, para este barrio, para esta vecinita y por supuesto, para muchos vecinitos fans de esta película y de Spielberg en todo el mundo.

La primera vez que entré a un cine fue en brazos de mi mamá en el inolvidable cine Los Ángeles. Con pocos meses de edad y después de un par de intentos fallidos, la tercera fue la vencida. Dicen que la letra con sangre entra y en mi caso, La Cenicienta me enseñó a puro moco y llanto lo suficiente sobre hadas madrinas, príncipes, castillos y zapatitos.
En los papeles, la historia de la fregona y sus hermanastras fue la primer película que vi en mi vida. Y es pura verdad, pero también es verdad esa tarde de un 25 de diciembre de 1982 en el cine Metro; uno de los más lindos cines de Buenos Aires. Estaban proyectando el "tanque" cinematográfico que siempre se estrena entre Navidad y Año Nuevo.
A unos metros del Teatro Colón, en un cine hermoso, formé parte de esa comunidad que lloraba en voz alta y con hipo la partida de un extraterrestre y la tristeza de un niño que se verá afectado con esa pérdida.
Ese tarde supe que algo importante estaba pasando ahí, dentro de esa sala, en la oscuridad.
Ese día nacía mi amor por el cine.
Por el maestro Spielberg.
Y por E.T., en mi recuerdo, la primera película que vi en mi vida.

Una noche cualquiera, una nave extraterrestre aterriza en un bosque. Sus ocupantes exploran la zona hasta que son interrumpidos por voces y pisadas humanas que se acercan. El miedo y el apuro por huir de la situación provocará un escape desorganizado de las criaturas y ET quedará en la Tierra. Indefenso y asustado busca refugio en el garage de una casa donde vive una madre recientemente separada con tres hijos a cargo. Elliot, el hijo del medio, descubrirá al extraterrestre y con paciencia logrará su confianza y amistad.

E.T. cuenta ese vínculo y la conexión de un niño triste (uno de los temas favoritos de Spielberg) con un extraterrestre que busca comunicarse con los suyos para que regresen a buscarlo y así volver a su casa.

Antes de hablar de Elliot, de la mini Drew Barrymore, de la famosa escena de las bicicletas y de ese final lacrimógeno, es importante señalar que E.T. es un clásico y como tal supo envejecer. En realidad nunca envejece porque no hay avance tecnológico ni 3D que le gane al tosco y retro ET de Elliot. Tampoco le hace falta grandes efectos especiales ni baba asquerosa y dientes puntiagudos que maten tripulantes de una nave como en Alien. En E.T. lo tenebroso está dado por los agentes del gobierno vestidos de astronautas, las persecuciones y el ET pálido muriéndose en la orilla de un río. Con estos elementos, Spielberg nos demuestra que no es necesario mostrar los dientes para dar miedo. Toda esa sombra y esa oscuridad alcanza. 
El tono es nostálgico más no deprimente. La fotografía, el guión, el escondite en la habitación de Elliot, el día de Halloween, el secreto de mantener oculto a alguien fascinante y esos hermanos que saben callar, ayudar y sí, también llorar.

Durante dos horas, Spielberg hace lo que quiere con nosotros. Es un gran manipulador emocional. Por un lado, crea un ambiente casi de terror. También puede hacernos sonreír cuando disfraza y emborracha al extraterrestre, y por último nos toca el corazón con ese plano de esa luna inmensa luminosa, esas bicis voladoras y la música de John Williams que contribuye a ponernos la piel de gallina.

¿Cómo no amar entonces Stranger things, la serie de los hermanos Duffer si hay tantos homenajes a ésta y otras grandes obras cinéfilas de los 80?
Entre otras cosas, Stranger things recoge el guante de esa época donde no existía internet ni los smartphones, donde los chicos andan en bicis por la noche y se comunican por handy. Halloween sigue siendo ese gran evento y la que va es contar ese mundo infantil, sus formas de comunicación, de sentir y de conectarse emocionalmente.

E.T., tal como la serie, es para nostálgicos. Va por el corazón, no por el cerebro. Me inspira y hace que añore esa época en la que jugaba con mi vecinita en la puerta de casa hasta altas horas de la noche. Pero sobre todo, E.T. me hace sentir esa niña de 6 años, en esa sala del cine Metro, viendo las lágrimas de mamá, sintiendo las propias correr, y de fondo el sonido de cierres y broches de carteras, en una época en la que los pañuelos eran de tela  y había que sacarlos para llorar la despedida de ET, esa parábola sobre la soledad infantil y el drama de despedir a un amigo que se lleva una plantita y ese pedazo de tu corazón de niño.


E.T, el extraterrestre es una película del año 1982 y fue dirigida por Steven Spielberg. Y sí, también una de las películas del top five de la vecinita de enfrente.

10 noviembre, 2017

La vecinita ama a: Jesse Eisenberg


Si agudizaron la vista habrán notado un sutil cambio de nombre en esta sección: La vecinita ama.
Y es que hoy el clásico Todas aman viene más personal que nunca. Si bien todavía no se qué repercusiones puede llegar a traer este post y con cuántas sorpresas me puedo encontrar, tengo claro que del otro lado de la pantalla no tendré competencia ni habrá una fila de mujeres ardientes en deseo por Jesse Eisenberg.
Son esas cosas raras que nos pasan en la vida, vecinitas.
Un día nació mi amor por este chico que parece hiperquinético, que habla demasiado rápido, que no me gustan los rulos, pero los de él me encantan y la lista podría continuar. Todas tenemos un feo lindo que nos encanta. Además, no todos los hombres son Ryan Gosling o George Clooney, aunque sería lindo.
Teniendo en cuenta que este blog se termina y éste será el último post del Todas aman, es cierto que podría haber cerrado esta sección con una bomba; un Tom Hardy, un Brad Pitt, pero no. Nos gusta encontrar belleza en la rareza.
Eisenberg es el elegido del reinado del escorpión y el que baja la persiana de esta sección.

Repasemos algunos motivos para declararle nuestro amor. 


Ama a los animales y se involucra en la causa por su defensa y sus derechos; colabora con un santuario de rescate de animales de granja; es vegano - claro - y ama a los gatos.
Además de ser actor, es antropólogo y escritor.
Escribe para The New Yorker y hace un tiempo publicó un libro de relatos llamado El besugo me da hipo. Sufre de TOC y se hace cargo en cada entrevista que le preguntan por sus trastornos obsesivos. 
A pesar de venir de una familia donde su madre y su hermana se dedicaron a la cosa más histriónica de la actuación, Jesse siempre sufrió pánico escénico. Es inseguro y se le nota. Ese hablar veloz, ese cuerpo flaco y desgarbado, esos ojos chiquitos que no paran de mirar nos hablan de una ansiedad profunda que somos capaces de diagnosticar sin título de psicología.
Sin embargo, nada de lo que digan puede hacerme cambiar de opinión.
Este barrio ama a Eisenberg, especialmente en estas películas:

The end of the tour

Por favor, vean The end of the tour. No importa si Eisenberg les gusta mucho, poquito o nada. Recomendada especialmente para los que estudiamos periodismo, los que amamos leer y sobre todo, para los que creemos que David Foster Wallace, el último gran novelista norteamericano, se fue demasiado pronto de este mundo. 
The end of the tour es una aproximación a dicho escritor, quien a los 46 años decidió terminar con su vida, pero la película no se encarga de eso, sino de recrear una entrevista de cinco días realizada por David Lipsky (Jesse Eisenberg), periodista de Rolling Stone y fan de la obra del escritor. Durante esos días, el periodista lo acompaña en la gira de presentación del famoso libro La broma infinita. Mientras tanto, conocerá la intimidad de vivir con Foster Wallace (Jason Segel). El amor por sus perros, la televisión, la comida chatarra y su amor platónico por Alanis Morisette. Pero sobre todo, aprenderá su forma de ver la vida. 
La volví a ver hace unos meses, la  volvería a ver mañana y siempre.
Es un hermoso retrato periodístico, literario y cinéfilo.
Además, es la oportunidad de ver a Marshall de How I met your mother en un papel serio, más no solemne. 
No se la pierdan.


Y aunque van a quedar fuera películas tan pochocleras, tan blockbuster que me gustan tanto como Zombieland o la saga de los magos que lo tienen como parte del cast, tengo que elegir y es ahí cuando siento que es preciso y precioso recordar: 

 Cafe Society

No voy a extenderme porque el año pasado ya hice mención y post especial ACÁ sobre esta película, la n°47 de Woody Allen, pero sí vale la pena decir que si les gusta el romance y de paso ver un pintoresco retrato de la década del 30, Cafe Society es la película.
Vean Cafe Society y suspiren.


07 noviembre, 2017

El reinado escorpiano 2017


Noviembre es como el permitido de las dietas, el comodín que salva cualquier mano mala, el feriado puente que viene bien. 
Y también es el mes de nuestro reinado.

Para los que recién se enganchan o necesitan refrescar la memoria, pueden pasar por ACÁ y releer de qué se trata.
No es una sección ni una etiqueta. Es mucho más: es un mes de inmunidad descarada y caprichos blogueros.
El vecinito de enfrente siempre se encargó de escribir lo que le vino en gana sin seguir ninguna moda. A veces, coincidimos con la película o el tema del momento. Otras, la nostalgia gana y volvemos a los 80 o los 90.

Este año, la vecinita vuelve a ponerse la capa y la corona de brillantes para contarles, entre otras cosas, 10 buenas razones para ver una de sus road movies favoritas y para blanquear su amor por un feo-lindo que cerrará la sección del Todas aman hasta que llegue ese momento de un nuevo blog. También voy a contarles por qué una película de Spielberg marcó mi amor eterno por el cine y sí, también voy a festejar una nueva vuelta al sol.
La vecinita cumple años.
De eso se trata el reinado.


Hace unas semanas, cuando fuimos a escuchar a Drexler en un conocido teatro de la calle Corrientes, nos habíamos olvidado cuánto nos gusta. Esta canción es una linda manera de musicalizar nuestro reinado 2017. 

Drexler siempre es una buena idea. 
Bienvenidos.