21 diciembre, 2007

Besos por celular

Bendita sea la tecnología celular que nos permite grabar videos, sacar fotos, enviar mensajitos instantáneos y con un poquito de voluntad, aplicar como wallpaper esa imagen tan deseada. Así, con sólo mirar o abrir la tapita de esa maravilla tecnológica (según el modelo al que Ud. pudo acceder) aparecerá la cara de aquel muchachito que quita el sueño, el bebé recién nacido o ¿por qué no? George Clooney sonriéndonos desde la pantalla de cristal líquido.
Hoy decidí limpiar mi teléfono móvil. Había llegado a un punto en el que la emisión/recepción de los mensajes empezaba a dificultarse, producto de un almacenamiento innecesario de mensajes sucedidos durante este último mes del año. Mientras estaba afectada a semejante tarea productiva decidí repasar algunas cuestiones vinculadas a la configuración de mi fiel compañero hasta que llegué al ítem elección de wallpaper, la cuestión central de este post.

Juro que lo intenté mil veces. No pude. Dicen que de vez en cuando es bueno renovarse, cambiar los muebles de lugar, hacerse un corte de pelo nuevo pero ¿cambiar de wallpaper? En mi viejo Motorola la imagen de Aidan y Carrie aparece cada mañana y cada noche cuando lo apago y me voy a dormir. ¿Cómo borrar esa imagen?

Carrie y Aidan son novios. Viven juntos. Él es capaz de ser feliz un sábado a la noche con un balde de pollo frito y una pelea de box. Ella, en cambio, necesita como el aire conocer todos los lugares de moda con sus amigas o seguir engrosando la lista de gente cool y amigos gays.

Él le va a pedir (una vez más) que se casen, que con esa ropa están perfectos para la ocasión, que para qué esperar más tiempo. Ella (una vez más) volverá a romperle el corazón...y el mío.

Me puse a pensar que hay imágenes que es mejor congelarlas en el tiempo...y en el celular. El pedido de casamiento frustrado de Aidan es una de ellas. Otra vez será.

20 diciembre, 2007

Tristeza nao tem fin

Según la quiniela el 22 es "el loco". En la escuelita fuimos 22 aunque alguna vez supimos ser 30. La escuelita de los famosos fue una linda locura. Peleas, mudanzas, amores, odios, broncas, risas, pasillos. Hubo caídos en el campo de batalla, pequeños triunfadores precoces y una versión local y folclórica de los otros, los que llegaron a la isla de la calle Lavalle para sumarse a los sospechosos de siempre.
Tres años de sangre, sudor y lágrimas. No importa cuánto de cada cosa. Hubo Piccirilli para el recuerdo, Abelardo, el negro Fontanarrosa, bunkers afrancesados y pro. Hubo preguntones, muñecos de torta y retroactivos. Fiestas, algo de teatro, emoción y sangre. Sin sangre no se puede todo esto.

Hubo aciertos, equivocaciones pero también hubo unión. Y no es una publicidad de yerba mate ni un mensaje lacrimógeno típico de estas fechas. Fue volver por un rato a la secundaria donde todos conocen tu nombre y todos jugamos a ser movileros, productores, conductores.

Me llevo amigos, gente valiosa, consejos y recuerdos. Muchos. Intensos, como debe ser. Además de los amigos se que hay gente que seguiré viendo y eso me reconforta, y sino la vida misma se encargará de cruzarnos. O no. Como sea, fue un gusto. En serio teas.

Gracias totales.



03 diciembre, 2007

El mundo se derrumba

Mediodía de sábado. Niceto Vega y Scalabrini Ortiz. Entro a comprar café. Se supone que será un trámite pero todo conspira en mi contra. No desayuné y hay un sillón colorado, al lado de la ventana. Le pega el sol. Por un momento la escena se vuelve otoñal; la espuma del café con leche, los diarios. La gente ahí dentro parece no tener apuro. Me mimetizo con la situación. Me atiende una chica de humor envidiable aunque le toque trabajar en este sábado radiante. Te pago el café y me quedo a tomar algo por acá, le digo. Demasiadas explicaciones por ser desconocidas pero me interesa lo que ella o su patrón tienen para ofrecerme: café, un muffin de vainilla y el diario. Todo se reduce a un sucio intercambio de intereses. Hojeo el gran diario argentino (?). El sillón colorado me pertenece, al menos por un rato. Llega el café y el muffin. Bebo de a sorbos y sigo el caso de la odontóloga asesinada. Para cuando llego al suplemento cultural con nombre de material genético no quedan ni las migas del muffin. Dos ya es exceso.
Leo una entrevista a Daniel Guebel. Me acuerdo del día que vi luz y entré a una librería de Palermo Viejo. Guebel presentaba una novela y había asistencia perfecta en el lugar. Yo ahí, por casualidad. Después pienso que las casualidades no existen y el destino quiso que esa noche, camino a casa, terminara leyendo sus letras cuando todavía era una chica Palermo green.

Pérdida, quejas y amor. Falta el chan chan y es un tango pero no, es el título de la entrevista y ya compré. Sigo leyendo. Un escritor fracasado, miserable, abandonado por su mujer y una hija que lo visita. El escritor ventila sin asco la sufrida intimidad de su separación, la suya, la de Daniel Guebel. De eso se trata Derrumbe, su última novela.

Podrán criticar el recurso viejo y peludo de loser adorable pero siempre habrá alguien del otro lado que se conmueva con un perro llorón.

Son las seis de la tarde. No tengo el sillón colorado pero sí al perro. Tiene forma de tapa blanca y ahora duerme en casa.

Ya nada podrá derrumbarse.

28 noviembre, 2007

Los nenes con los nenes



"Tu serás un pecador pero yo aún no tuve la oportunidad"

Ennis Del Mar (Brokeback Mountain)








Las damas más recoletas compran su entrada. Acaban de caer en la tentación del afiche y su carnada; una serie de estatuillas doradas de nombre poco agraciado: Oscar. Hay grupos de curiosos con alta dosis de morbo y también encantadoras parejitas de muchachos. En la puerta del cine somos varios los que queremos ver una de vaqueros, pero no como las de John Wayne.

Cincuenta minutos después las recoletas, ahora indignadas, abandonan la sala. Los que venían con ánimo de curiosear quieren demostrar y demostrarse más machos que nunca y hacen comentarios desubicados. El resto, nos dedicamos a disfrutar de una hermosa película.

Brokeback Mountain estaba nominada a 8 estatuillas de la Academia de Hollywood y ya había ganado en la antesala de los Oscar 4 globos de Oro y premios en Inglaterra, Venecia y Canadá.

El combo western propuesto por Brokeback Mountain incluía una historia de amor, dos vaqueros onda Wrangler y premios internacionales.

Es válido pensar que no había grandes candidatas para los Oscar y que entonces, Secreto en la montaña buscó generar polémica alrededor de la historia de amor explícita (?) entre dos hombres, pero por suerte también vale la pena pensar que Brokeback Mountain es una bella historia. La película se ganó el favoritismo del público por sus cualidades cinematográficas, sin poner el acento en ninguna polémica.

Favorita o no, la historia de los vaqueros enamorados está basada en un relato de sólo 30 páginas. En las letras de Annie Proulx, Ennis del Mar y Jack Twist no son tan Wrangler como en la pantalla grande. En el libro no están los ojazos tristes de Jack, la rusticidad de Ennis, las tomas panorámicas de paisajes y atardeceres de tarjeta postal, la música de Santaolalla que acompaña el ritmo de la narración. Todo en Brokeback Mountain está teñido de un tono intimista, cuidado al extremo. No es casual que el director haya sido un oriental: Ang Lee.

Secreto en la montaña es la historia de amor de Jack y Ennis durante veinte años. Años que vivirán escondiéndose de sus mujeres e hijos para refugiarse en un idílico paisaje. Años que llevarán vidas miserables, conformistas, entre rodeos y ranchos solitarios.

El tiempo pasará factura y traerá achaques, barrigas, bigotes y 3 estatuillas doradas, las mismas que tentaron a las señoras recoletas. Las que más tarde, en la pantalla del televisor, adorarán sin reconocer en la red carpet a esos muchachos tan buen mozos, vestigios de vaqueros degenerados pero con traje Hugo Boss.

21 noviembre, 2007

¿Qué hay de nuevo, Bob?

Dicen que la música calma a las fieras. Bob suele contribuir en la tarea. Su armónica quiebra el silencio y mi intento fracasado por mantener medianamente ordenada mi biblioteca. De vez en cuando, aparece cuando escribo. Comparte el podio con Chet Baker o mi querida Billie Holiday. Sólo ellos y su música me llevan a un lugar donde pocos pueden llevarme, ni yo se muy bien dónde queda ese lugar.
Sin pretensiones de escribir un tratado sobre Bob ni conocer a fondo toda su historia (sus Crónicas reposan en mi mesa de luz como lectura pendiente) Dylan es un lujo, es como un buen vino añejado.

Prueben ordenar bibliotecas con él, siéntense a escribir algo mientras se escucha de fondo Modern Times y lloremos juntos anticipadamente la participación de Richard Gere en la nueva biopic del gran Bob Dylan I'm not there.

Pronto, en las salas amigas.

20 noviembre, 2007

Gente de terror

Había muchos motivos para ir a lo de Ana María. El principal, o eso creía yo en aquel momento, era la pelopincho.
Una casa con mucho verde y la gloriosa pileta de lona cuando el calor apretaba eran una bendición. Desde temprano me encallaba cual orca de Mundo Marino y salía del agua arrugada como pasa de uva. Ana, cada tanto, dejaba su Biblia (la revista Gente), entraba cuidadosamente a la pelopincho y comenzaba con una serie de movimientos cuasi mecánicos que se sucedían por repetición. La clave era mantener siempre húmedas nuca, cabeza y pecho. Como gata con cría hacía lo mismo conmigo. Me generaba cierto rechazo esa especie de revuelta bautismal, era uno de esos momentos en que deseaba más que nunca ser grande. Quería darme cuenta yo sola cuando podía estar insolándome o tener esa especie de poder vaticinar fiebre con sólo apoyar los labios en una frente, pero me dejaba hacer.

Después del almuerzo era obligatorio hacer la digestión. El pánico aquel que se te cortaba la digestión y te podías morir era lo que te repetían como loro. Por las dudas, me aguantaba el trámite y solía ser el momento indicado para la lectura de chimentos de la Gente. En mi casa no se compraba la revista asi que era la novedad, el acceso indiscriminado a todos los números semanales que se juntaban en una pilita, al lado de la tele. El libro estaba reservado para la tardecita, en la galería. Pasar parte del verano en lo de mi madrina tenía sus privilegios.

Cuando escuchaba que los sapos salían a escena desde el verde me iba para adentro y prendía la tele.

Era sábado a la noche y en el 13 daban una de terror. En la propaganda había visto a una chica bañada en sangre, caminando como posesa. Carrie, así se llamaba la película. Había algo hipnótico en ella, en su mirada desquiciada. Tenía que verla. Terminamos de comer temprano y gracias a ese cansancio típico del ocio del verano (sol-pileta y pileta-sol) la flia cayó frita. Para ver Carrie no se pedía permiso. Carrie era lo mismo que decir no. Además, nada más emocionante que escabullirse del cuarto, llegar en puntas de pie hasta la tele de la cocina y ver a oscuras, pegada a la pantalla, una de las grandes obras del Sr. Stephen King. Nada fue igual. El género terror se apropió de mi durante largo tiempo. Desde lejos, los sapos fueron testigos y la Su, siempre diva, parecía sonreírme desde la tapa.

13 noviembre, 2007

¿Crees que soy sexy?

Noche de sábado. Cena de chicas al aire libre cuando de repente lo vimos cruzar la calle. Con su traje celeste y la pashmina blanca al cuello parecía salido de una publicidad de Gancia. El toque distintivo son esos bigotes finitos que le dan un aspecto de porno star aniñado.

Emmanuel Horvilleur no camina, se desliza como gato orgulloso. Marca territorio sabiendo la sensualidad que va dejando a cada paso. Es sexy pero frágil.

Parece salido de un mundo irreal, donde los colores pastel nunca pasan de moda y el glitter manda. En los 90, junto a su media naranja musical Dante Spinetta, construyeron una identidad musical a base de cuerpos elásticos y funk que se llamó Illia Kuryaki and The Valderramas. Cuando el negocio terminó Emma conoció a la chica de Resistiré, la novela bizarra que protagonizaba Celeste Cid. Compuso Soy tu nena, nació el amor y 9 meses después el retoño: André.

Hoy, ya separado, Horvilleur está lejos de ser el típico artista cantautor conflictuado contradictorio y muy cerca de la imagen de daddy canchero que se pasea un sábado a mediodía por Palermo Viejo.

Aunque sus canciones hablen de separaciones, malentendidos y rupturas nunca suenan tristes, suenan cursis. Le encanta que así sea y se nota. Nosotras, agradecidas. Sabe a la perfección que las chicas adoramos que ellos se pongan un poco cursis. Se nota que a Celeste, la chica con nombre de telenovela de la tarde, le aburrió el asunto y dejó al dandy solo, pero productivo.

Música y delirio y Rocanrolero gozaron amplia aceptación en el terreno musical, pero ninguno de ellos resultó tan intimista y confesional como Mordisco, su último disco. Un desborde de sexualidad. Por momentos Emma se pone babasónico, canta para su ex, invita a Cerati y todo parece envolverse en una atmósfera intensa, perfecta.

Once tracks para degustar un viernes a la noche. En la medida de lo posible, con un Martini en la mano y glitter rosa en los labios.

07 noviembre, 2007

Espíritu adolescente

Hubo un tiempo en que Blockbuster no existía.

En esa época, el videoclub de barrio era amo y señor. En aquel momento podía estancarme cual orca marina frente a la vidriera de un videoclub el mismo tiempo proporcional que paso ahora mirando zapatos. Deseaba locamente esas cajas toscas y pesadas que contenían la dulce miel de los vhs. Quería llevarme todas a casa, sentarme frente al televisor y si era preciso que se me cayeran los ojos pero había un problema, básico y mayúsculo: no tenía videocassetera. Tener una "video" era un artículo de lujo asi que mientras soñaba despierta esperando la video propia, decidí aprovechar todas las situaciones que me deparara el destino. Ese día el destino se llamó Norma y Rodolfo, una amorosa parejita de Vicente López que había organizado una cena para grandes. La excepción a la regla era un niño de 4 años (hijo de los anfitriones) y yo, una mocosa de 8.

Se notaba que Norma había pasado todo el santo día metida en la cocina. El resultado fue un escalofriante aspic de frutas y un pollo medio crudo. Mientras intentaba comer un cuadradito de manzana cubierto de esa cosa gelatinosa, las cosas no se ponían mejores. Los grandes charlaban de trabajo y cosas de grandes hasta que Rodolfo tuvo una gran ocurrencia y me preguntó ¿Querés ver un video? Antes que terminara de decirlo ya estaba instalada en el sillón peliculero, dispuesta a la aventura. ¡Había dos vhs! Con suerte, si los grandes se entusiasmaban, hacía función continuada. La primera escena no desbordaba emoción. Quise darle tiempo a que se desarrollara la acción. Un hipopótamo se bañaba con extrema parsimonia. El hipopótamo bebé era más adorable, pero las escenas eran tan desmotivadoras como el aspic de frutas que habìa quedado en la mesa. Como una premonición, cuando ya estaba deseando volver a la mesa de los grandes Rodolfo pasó frente al televisor y con un gran gesto que dio cuenta de su generosidad cambió el video. De entrada, el reemplazo parecía divertido. Unas luces de neón mostraban una pareja de chanchitos. Ella tenía una pollera cortísima. A él se le hacía agua la boca. A continuación, unas chicas se bañaban mientras descubrían que eran espiadas por un grupo de chicos. Otra se encerraba en penumbras con un chico y abría las piernas. Ellos siempre parecían torpes y nerviosos. Ellas, decididas. Cuando Porky's se estaba convirtiendo en una lección a futuro apareció Rodolfo y se puso blanco como un papel. Por un momento se hizo un silencio sepulcral y a continuación sacaron la película. Así fue como terminé una noche jugando a la fuerza con un niño de 4 años a los rastris y tuve que esperar algunos años más para ver el final de la historia de esos adolescentes dispuestos a terminar con su virginidad a cualquier precio. Para mi, ellos habían debutado esa noche y yo también, con la video, en algún lugar de Vicente López.

01 noviembre, 2007

Un Mesías en la isla

Restos de esmalte negro en las uñas. Las manos trémulas buscan la dosis justa que logre transportarlo quién sabe dónde.

Como una señal divina la tentación aparece en forma de vírgenes de yeso cargadas de la sustancia tan deseada. Digámoslo sin vueltas, Charlie Pace cumple todos los requisitos del rock star venido a menos: inseguro, promiscuo, cool, bonito y drogón.

Aunque sus orejas delaten un pasado hobbit, un día se convirtió en un sobreviviente del vuelo Oceanic Airlines 815 y quedó perdido con un grupo de gente en la isla en la que alguna vez TODOS fantaseamos estar.

Charlie asocia fervientemente a la isla de LOST con el destino. Las casualidades no existen. El destino sí y por eso escribe en sus manos esa palabra que irá alternando según su estado anímico.

Según el cristal con que se mire la isla podrá ser un castigo o bendición. A Charlie le tocó la segunda opción en el reparto:



  • Los náufragos reconocen haber escuchado alguna vez Driveshaft, la banda de pacotilla de la que forma parte.


  • Cuando desea su guitarra la isla misteriosamente se la restituye.


  • Se enamora perdidamente de Claire, una madre soltera tan desprotegida como él.


  • Aflora su lado paternal y cuida de Aaron, el bebé de la desprotegida.


  • Vence su adicción a las drogas ayudado por John Locke, el ex paralítico devenido Rambo.


  • La isla potencia su fe cristiana. Se motiva en la construcción de una iglesia y hasta en el momento de mayor dramatismo no olvida persignarse.

Están aquellos que se rinden fácilmente ante las dificultades pero también están los que pelean e irradian luz, aún en la desesperación. Charlie tiene algo mesiánico. Sabe que el sacrificio llegará y que habrá valido la pena. Es un buen hombre.

God bless you.

30 octubre, 2007

Un McCartney en el placard



"No hay reglas. Lo que hace que una mujer tenga estilo es un espíritu y una individualidad desafiantes."

(Stella McCartney)







Ojalá en algún momento de sus vidas hayan tenido la oportunidad de recorrer un mercado de pulgas como es debido.

Hay gente aficionada a este tipo de lugares, con un ojo especial para encontrar futuros tesoros vinculados al diseño y la decoración. Stella McCartney fue una de ellas.

Descubrió su vocación mientras rescataba joyitas retro en una feria londinense. Habló con mamá Linda y papá Paul para comunicarles que se sentaría en los mismos pupitres donde lo había hecho el gran John Galliano.

El día de su desfile-graduación, sus amigas Kate Moss y Naomi Campbell lucieron pantalones y vestidos que mostraban el perfil de un caballo. No hagas a los animales víctimas de los caprichos de la moda procuró inculcar mamá Linda y Stella convirtió la idea en su sello. Sus diseños iniciales estuvieron vinculados a imágenes de la naturaleza. Pero su hada madrina, la que decidió empujarla al mundillo fashion encargándole su vestido de novia fue la abeja reina de las divas: Madonna.

Antes de llegar a ser su propia marca, Stella pasó por Chloé y Gucci. Además, la marca de las 3 tiras decidió convocarla para que diseñara lo más exclusivo en fitness.

Dicen que somos lo que comemos, pero también somos lo que vestimos. Tiene que haber una explicación para desear locamente unas botas, para vestirnos como guerreras y al día siguiente como damas victorianas. Nuestras prendas reflejan un estado de ánimo y McCartney que hace rato dejó de ser "la hija de" supo entender la cuestión a la perfección.

Si no alcanza para un McCartney original, que por lo menos nunca falte actitud. Con el jabot a lo María Antonieta o las plumas cual vedette de calle Corrientes.

29 octubre, 2007

Siete vidas

Los gatos tienen una absoluta honestidad emocional. Los seres humanos, por una razón u otra, pueden ocultar sus sentimientos pero el gato, no.


Ernest Hemingway



A Malena y Mireya, mis gatitas tangueras.

28 octubre, 2007

No te mueras nunca, Guille

Soy chilango. Nacido en el ‘58. Piscis, trece de marzo. Soy hijo de Carlos y Amelia; esposo de Maru; padre de Santiago y Mariana; hermano de Patricia, Carlos y Jorge; tío de Alan y hermano de esos otros hermanos que son mis amigos. No fumo ni bebo. Soy abstemio desde niño. Detesto a los que dicen: “Desconfío de los que no beben alcohol”. Detesto también a la gente pusilánime. Admiro a los intensos, a los que van con todo, a los que no se detienen ante nada: a los hombres y mujeres que dejan pedazos de piel por donde caminan. Carezco de olfato y me quedé calvo. Intenté ser boxeador de peso semicompleto y futbolista profesional. No lo logré. Pude ser un buen basquetbolista, pero me ganó la desidia y terminé como jugador de cascaritas de apuesta. Mido 1,88 y peso 90 kilos. Soy cazador. La cacería es uno de los últimos y más profundos ritos a los cuales puede acceder un ser humano. Nos enfrenta a las contradicciones más terribles: muerte-vida, belleza-crueldad. Otorga un sentido de identidad: entre el lodo, la sangre, el viento, la lluvia, el sol, descubrimos que pertenecemos ferozmente a la naturaleza. De ella han surgido todas mis historias. La literatura también es uno de nuestros últimos ritos. Contando historias los seres humanos podemos celebrar los hondos dolores de la vida. Por eso se siguen escribiendo novelas, cuentos y guiones. Por eso escribo yo…





Guillermo Arriaga: Mucho más que Amores perros y 21 gramos.

24 octubre, 2007

Carisma british

Quieren convertirse en Coldplay. La fórmula puede funcionar: chicos british, egocéntricos y con estilo. Johnny Borrell, voz cantante de Razorlight, es el nuevo sex symbol rockero por el que suspiran las chicas, pero el adonis en cuestión parece encariñarse con señoritas que interpretan historias de aventuras. Primero fue Kirsten Dunst, la novia de Spiderman. Ahora sólo tiene ojos para Emma Watson, más conocida como Hermione Granger o la mejor amiga de Harry Potter.
Dejando las historias amorosas de lado, Razorlight explota de ambición. Vale la pena escucharlos y dejar por un rato a Chris Martin y sus amigos.

Abundancia kitsch



Siete de la tarde de un viernes. Decido ir al barrio chino para buscar al famoso gatito de la fortuna. Me queda cerca de mi lugar de trabajo, es una tarde primaveral y tengo algunas monedas para hacerle frente a la situación. Hace unos días vi algunos ejemplares saludándome con su pata en alto por el variopinto barrio de Once pero pensé que comprarlo ahí sería traicionar la autenticidad del producto. Los Havanna se compraban en La Feliz o no se compraban. Los de Retiro o Constitución tenían en nuestro inconsciente el sabor de la culpa por haber olvidado la compra respectiva en su lugar de origen. El paralelismo ochentoso entonces me lleva a pensar desde la lógica gato chino - barrio chino.

En el camino aprendí a llamarlo por su verdadero nombre: manekineko. En el mercado hay manekinekos para todos los gustos: los de color rosa son para el amor, los rojos alejan todos los males, los verdes garantizan éxito en los estudios, pero si uno desea todo en uno la opción universal dice que el manekineko deberá ser dorado o blanco. Recorrí cada refugio kitsch hasta dar con el ejemplar blanco que había ido a buscar. Y ahí estaba, al lado de una mochila de Patito feo. Traté de asociarlos inútilmente pero era una pérdida de tiempo. Pensé en los gatitos afortunados de Once al lado de las imágenes del gauchito Gil, pensé en mis estúpidas ideas de la tradicionalidad de las cosas. Lamentablemente el gato de la fortuna más lindo de Chinatown no estaba en venta. Era más grande que los demás, tenía otra expresión y hasta parecía sonreír. Resignada, entre cremas para dolores lumbares y chinelas de raso me llevé un mishi del montón. Al menos, el talismán era dorado opaco. La diferencia la invertí en té de jazmín.

Nadie sabe si el morrongo traerá abundancia al hogar pero lo escucho cada noche, en la cocina, con su patita móvil. Pienso si la fortuna necesariamente trae ruido. Por si acaso todavía queda té de jazmín y las eveready nunca faltan.

23 octubre, 2007

Poder chilango, güey

Mezcla de hombre y dibujo animado. El hombre que está en el centro del escenario tiene bigotes finitos, un par de trenzas que en minutos estarán deshechas y un traje blanco ajustado que encandila en la oscuridad.
Este es el Café Tacuba, muchachos dice y sonríe confiado, seguro, como sólo hacen los que saben lo que está por venir.
Le falta altura pero le sobra actitud. Movedizo, camaleónico, contagia energía y sólo pasaron 10 minutos.
Lo veo cerca, muy cerca. Leo sus labios y cantamos juntos Ingrataaaa! No me digas que me quiereeees…
Pegados al escenario transpiramos la camiseta. Nos volvemos cuates. No hay tequila, pero bailamos como si lo hubiera.
El cantante de Café Tacuba es un hombre de muchos nombres. No es capricho, es impermanencia. La misma que define a la banda de Ciudad Satélite.
Rubén Albarrán renace convertido en Elfego Buen Día, Cosme, Gallo Gass, Pinche Juan, Sizu Yantra. En estos días se lo conoce con el nombre de una de las representaciones del dios azteca Tezcatlipoca: Ixxi Xoo.
Cada personaje es un concepto y cada concepto un cambio estético.
Juega permanentemente, eso es lo que hacen los dibujitos animados. Puede posar con dolor como Frida y reencarnar en duende salido de un cuento de hadas y dragones, como en el disco inspirado en su paternidad.
Es pregunta, nunca respuesta. Y ya sabemos, cuando los dioses se materializan es difícil y hasta desubicado permanecer indiferentes.