18 enero, 2009

Verás que todo es mentira



"La lealtad no pudiendo hacerse hombre, se hizo perro"

Arthur Schopenhauer




Después de ver Bolt, un perro fuera de serie, uno puede darse cuenta rápidamente que los realizadores son fanáticos de las películas de superagentes. ¿Por qué no hacer lo mismo dirigido a un público infatil desde la mirada del mejor amigo del hombre? Un perro es el protagonista de la nueva aventura animada de Disney.

No sólo se nota el fanatismo por las películas de Bond y los agentes del recontraespionaje, sino que ligaron esas escenas de persecuciones y alta tecnología con aquella historia en la que Jim Carrey se daba cuenta que todo era una cruel y vil mentira: The Truman Show.
Bolt es un perro que protagoniza una serie televisiva donde se convierte en superhéroe gracias a sus poderes. El pichicho desconoce que es el protagonista de un programa de televisión exitoso y cree que sus superpoderes son reales, hasta que un error lo sacará a la fuerza de su burbuja de perro star. El cachorro terminará perdido en las calles de Nueva York y deberá emprender el camino de regreso a Hollywood, donde su dueña Penny (co-estrella del exitoso programa) llora su ausencia.

Bolt cuenta el viaje de vuelta al hogar. La travesía incluye movimientos en mapas, canciones para arrancarte una lágrima y la participación de la gata de la calle Mittens y el hamster Rhino, personajes secundarios que como es habitual, son los mejores de la película.

Hay buenos momentos; la parodia inicial de las producciones hollywoodenses de superhéroes es uno de ellos, también las clases prácticas que la gata Mittens le da a Bolt para saber cómo dar lástima y conseguir comida a cambio y así seguir con su angustiante derrotero sin que el estómago cruja. Pero aunque Bolt busque e intente narrar un viaje de iniciación le falta espíritu aventurero. En el camino, el can descubrirá cosas que hacen los perros reales: asomar la cabeza por la ventanilla, ir con la lengua afuera o jugar con otros de su misma especie, pero esos detalles tan simples carecen de emoción.

Bolt es correcta por donde se mire. Resignifica la importancia de la amistad, la necesidad de héroes y la misión de afrontar los problemas de la vida con valentía. A pesar de la búsqueda casi desesperada por un tono melancólico y la moralina, esta vez no hay gag o tecnología que alcance.

Bolt (2008) de Chris Williams y Byron Howard, Disney.

17 enero, 2009

De colección

Siempre salía con un souvenir bajo el brazo. Cada vez que mamá me llevaba al viejo cine Los Ángeles me iba con algún recuerdo a casa. Seguramente había un stand con el merchandising de la película que estaba en cartel, o un lugar que funcionaba como santería animada con discos (nada de cds o dvds), muñecos, pins (en ese entonces prendedores) y libros para colorear y releer la historia de Cenicienta o Bernardo y Bianca. Cuando el paseo terminaba lo único que quería era llegar a casa, escuchar el disco nuevo o releer la historia que acababa de ver en la pantalla grande. Un libro ilustrado se disfrutaba con la minuciosidad propia de cirujano y el disco se escuchaba hasta que la púa se gastara. El ritual duró años. Con el tiempo el disfrute se tradujo en una obsesiva colección de entradas de recitales, tickets de viajes y todo tipo de chucherías. Lo cierto es que en toda colección hay algo nostálgico. Hay quienes coleccionan comics, muñequitos que devienen amuletos de la suerte o discos inéditos. De alguna manera el objeto en cuestión se vuelve objeto de culto. No admite préstamo alguno y a veces, vale aclarar, lo cuidamos con tanto esmero que parece enfermizo.

Cuando pensaba que esas cosas ya no me podían pasar el milagro sucedió.
Hace un mes la puerta del viejo cine Los Ángeles fue el Centro Cultural Konex. En lugar de la santería Disney, un tablón improvisado hacía las veces de mesa y allí encontré un nuevo tesoro: Oops! un libro de Ediciones de la Flor que reune las letras de canciones de Kevin Johansen ilustradas por Liniers.
Esa noche el recital de Kevin Johansen y su banda, junto con la proyección en pantalla de los dibujos de Liniers sirvió como excusa para presentar el libro y despedir el 2008.
Si bien El vecinito de enfrente se encargó en su momento de mostrar fotos alusivas de aquella noche, quedaba pendiente hablar del libro que bien vale la pena.
Oops! es un libro para ser abierto en cualquier página. No tiene un orden lógico ni una secuencia. Tampoco está pensado para seguir las letras según la discografía de KJ. Las letras de Sur o No Sur se intercalan con las de City Zen, Logo o The Nada. Es un desborde y un fiel reflejo de sus protagonistas. Hay historietas del conejo de viaje junto a Kevin y cía., reportajes, dedicatorias, listas de temas, entradas de recitales y pingüinos sobrevolando la letra del palomo.
Tiene una sola contraindicación: es apto para fanáticos, comprensible únicamente para todos los que todavía creemos en duendes que esconden las llaves mientras dormimos y soñamos con el cine Los Angeles, los discos, los prendedores y el sanguchito con la coca después del cine.