29 junio, 2008

El pelo de hoy

En lo de Susi te enterabas de todo: quién se había mudado del barrio, quién se había separado y quién era la afortunada que se casaba en unas horas. Si te habías perdido la novela de la Kuliok y Arnaldo André te hacían un resumen de lujo y ya estabas en carrera para seguir con el culebrón de todas las tardes. La cita obligada era los sábados. Una sabía cuándo entraba, nunca cuándo salía. No existían los turnos. Si tenías suerte de cruzarte con Susi unos días antes le adelantabas que el sábado necesitabas cierta prioridad y ella, cual genio de la lámpara, se las ingeniaba para hacer tu deseo realidad y camuflarse y camuflarte entre la clientela para atenderte primera sin que nadie se ofendiera, aunque la sensación universal era que te pasabas todo el día entre revistas, litros de spray y secadores de pelo intergalácticos. El ritual se mantuvo durante años pero, como todo tiene un final, el boliche de Susi cerró y en el barrio quedó el vacío y la misión de buscar un reemplazante. Es complicado confiarle nuestra cabellera a un sujeto. Digo, es casi fatal. Una puede escuchar sugerencias pero también hay algo fortuito en la relación con el peluquero. Encontrarlo es una búsqueda que puede durar años y un alto precio que se traduce en cortes desafortunados. Ir a la peluquería no deja de ser un trámite en el que no sólo se invierte dinero, también ilusión y coraje. Por eso es tan importante encontrar "el lugar" y sobre todo, un peluquero como la gente. Durante años tuve un acompañante capilar que me guió por todas las peluquerías de moda donde nos servían tragos a las 5 de la tarde, como en un boliche. El rally comenzó en una casona en el barrio de Devoto donde no había ningún cartel luminoso ni se hablaba de la novela de la tarde, pero iba Julio Bocca. El matrimonio peluquero no tardó en hacerse famoso, se mudaron y reciclaron un primer piso por escalera en Once. Habían crecido, tenían ayudantes y aprendices, salones kitsch y una familia de rottweillers dando vueltas por todo el lugar. Pedir turno se volvió imposible y eso motivó una nueva búsqueda que nos llevó al barrio de Caballito. El vecinito de mi guía capilar y sus amigos habían abierto Roho, un lugar mínimo con luces de neón en la puerta. Aunque nunca tuve la suerte de cruzarme con los Babasónicos o Cerati, esta gente sigue siendo clientela fija del lugar que claramente se amplió a unas cuadras del Pque. Rivadavia. La maratón siguió un camino que fue ensayo y error. Los lugares se volvieron impersonales pabellones de música electrónica que albergan chicos uniformados con preguntas molestas, pero dicen que no hay mal que dure cien años. El viernes pasado fui a una casona reciclada, colorida y alegre. No registré si había cartel de neón pero salí con luz propia. Y de eso se trata. Cada vez que decidimos cortarnos el pelo hay algo de limpieza kármica en ello, una necesidad constante de cambio. Puede salir bien o hundirnos en una terrible depresión. Lo cierto es que todas queremos salir radiantes. No importa el nombre, el cartel luminoso, si se habla de la novela de la tarde o del recital de Madonna. Lo importante es que hay lugares como La Lúdica que te hacen sentir bien como el inicio de una nueva relación, cuidada y escuchada como cuando iba a lo de Susi, pero sin la novela de Migré.


Nota: esto no podría haberse escrito sin la valiosa recomendación de Paola S.
La Lúdica queda en Soler esq. Malabia.

27 junio, 2008

La vida es bella

Hay días en que todo se reduce a:

Un par de blends en la boutique
Encontrar el libro tan buscado
Una buena recomendación
El corte de pelo adecuado
Comida japonesa
Mi amiga
y la joven vida de Juno.

La vida, a veces, puede ser bella.

20 junio, 2008

De la isla al obelisco


Hoy el diario sí hablaba de ti...
La productora Cuatro Cabezas vendió a Estados Unidos el formato del ciclo periodístico CQC y ¿quién sería uno de los hombres de negro? El eterno hobbit Dominic Monaghan, más conocido para los fans como Charlie Pace, el músico difunto de la isla de Lost. Aprovechando la escenografía local el actor grabaría la apertura y unos programas en Buenos Aires. Dicen los papparazzi que ya lo vieron por nuestro país acompañado por su novia Evangeline Lilly, la insufrible Kate de la serie de los náufragos.
Habrá que darse una vuelta por San Telmo y que el destino haga lo suyo.

Fuente: Diario La Nación.

Patrick Dempsey o la reinvención del patito feo

Alguna vez iba a suceder. Tenía que cambiar su suerte. Después de todo, el patito feo no siempre fue fulero. Además, es justo y necesario pensar que a todos nos llega el momento de convertirnos en cisnes. El famoso cuento de Andersen se parece bastante a la historia que le tocó vivir a Patrick Dempsey, el nuevo galán romántico made in USA. Haciendo honor al héroe del cuento, el muchacho fue despreciado durante un tiempo y tuvo que recorrer un largo camino hasta llegar a ser el príncipe azul moderno de Encantada. Durante los 80 participó en cuanta película teen anduviera dando vueltas por ahí. Can't buy me love, Loverboy eran las típicas comedias de enredos adolescentes, simpáticas pero fácilmente olvidables. Otro problema era que el galancito ochentoso tenía fecha de vencimiento. Aquello que a los 20 era encantador, a los 30 resultaba patético. A fuerza de codazos se lo pudo ver en Scream 3, Sweet home Alabama, With honors (películas bastante malas por cierto) que le permitieron asomar un poco la cabeza entre figuras que, lejos de ser brillantes, gozaban de cierta popularidad. Cuando pensó que su destino era ser uno más del montón, un buen samaritano vio su talento desperdiciado y quiso sacarlo del estanque. Y así Patrick se convirtió en cisne y fue rebautizado como Derek Shepard, más conocido entre sus fans como McDreamy, el tierno neurocirujano de Grey's Anatomy, serie que se emite por Sony y va por su cuarta temporada. Así fue como la pantalla chica rescató al cuarentón, supo apreciar su belleza madura y le ofreció el pasaporte al éxito.

Si bien asegura desconocer la fantasía femenina del ambo blanco, agradece el apodo y se regodea siendo ¡por fin! el lindo de la serie. Gracias al éxito de su tire y afloje con la Dra. Grey, Patrick volvió y fue millones. Este año, la parafernalia Disney apostó por él y reimpulsó su carrera cinematográfica como príncipe azul en Encantada. Matel lanzó su imagen articulada al mejor estilo Ken y por si fuera poco, Donatella Versace no quiso perder la oportunidad de incrementar sus ventas utilizando al santo varón como imagen masculina de su colección verano 2008.
Últimamente se lo pudo ver como un donjuán reconvertido, enamorado de su mejor amiga en Quiero robarme a la novia, una de esas películas previsibles y repetitivas que lo catalogan de acá a un tiempo como el nuevo galán de moda.
Mientras las chicas lo adoran, él aprovecha su momento de gloria porque sabe que poco importa que se nazca en el corral de los patos, siempre que uno salga de un huevo de cisne.

03 junio, 2008

Volvió una noche

Dicen que me fui del barrio. ¿Cuándo? si siempre estoy llegando.
Los vecinitos lo reclaman y acá está.