31 mayo, 2008

Narda a domicilio

Amor u odio. No admite términos medios. Es inquieta, enérgica e imperativa. Sonríe lo justo y necesario. Gesticula sin cuidado y jamás usa diminutivos. Cocina en jeans y zapatillas All Star. Beck, Red Hot Chili Peppers y Robbie Williams fueron algunos de los que probaron sus delicias. Amiga de músicos y gente cool, por si queda alguna duda, Narda Lepes vive en constante metamorfosis. Se formó con los mejores, fue parte de la movida inicial de cocina fusión y desde 1999 está en la pantalla del canal del buen vivir, fiel a su estilo: moderno y canchero. En 180 grados, su primer programa, cocinaba pato a la naranja mientras de fondo sonaba lo último que se estaba escuchando en Londres. Según la ocasión acompañaba un barman, sommelier y un dj. No contenta con eso Narda se dedicó a sumar millas por el mundo: Marruecos, Grecia, Londres, Tokio y Brasil fueron algunos de los destinos elegidos para mostrar las distintas cocinas y tendencias. El año pasado decidió plasmar sus conocimientos en un libro. Comer y pasarla bien tiene la impronta Lepes. Dan ganas de cocinar. Las berenjenas combinan con los linos sobre los que están retratados, los alimentos están divididos según las estaciones del año y los colores de temporada, y si bien hay recetas improbables como el paté de conejo, también hay básicas como pollo al horno, tips para evitar que se formen grumos en el puré y una banda de sonido sugerida para los momentos en que nos toca estar entre las ollas y sartenes.

Desde este mes Narda entra a la casa de algunas celebrities, revisa alacenas, heladeras y pregunta insidiosa al anfitrión de turno cuáles son esos placeres inconfesables en la cocina y su sandwich favorito. Todo esto pasa en Narda como en casa, su último capricho. Algunos de los que abrieron sus puertas fueron Oscar Martínez, Julieta Díaz, Lalo Mir y Kevin Johansen. Narda cocina mientras el famoso hace de "Juanita": alcanza el repasador o corta con miedo alguna que otra verdurita porque sabe que Narda no se calla y sobre todo, no sabe disimular su cara cuando algo no le gusta. Aquellos que aman el estilo Lepes disfrutarán de Narda como en casa. El programa es ideal para cholulos. Para saber, por ejemplo, que al gran animal de radio nunca le puede faltar el aceto y que Kevin Johansen muere por la mousse de chocolate. De tournée por el mundo, con libro, famosos o buena música Narda Lepes es un verdadero ícono de la gastronomía argentina. Alguien dijo: renovarse es vivir. Narda, por las dudas, no para de hacerle caso.

Narda, como en casa. Todos los lunes y viernes a las 22 horas, por el canal Gourmet.

28 mayo, 2008

Cuando ya me empiece a quedar solo

Hay caras que son campos de batalla. Con secuelas y cicatrices de recuerdos poco felices. Los Savages son un claro ejemplo de ello y como casi todos, frente a situaciones dramáticas saben que no queda otra que subir al ring y pelear hasta que el cuerpo aguante. La familia Savages da cátedra acerca de los tropiezos que se dan en la vida, la aptitud para sobreponerse, levantarse y volver a empezar. Podrían llamarse Pérez, García o Fernández, para el caso da igual porque lo que importa aquí es mostrar descarnadamente que el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos. La historia, con alta dosis de realismo, está a cargo de un grupo de actores tan humanos, limitados y reconocibles como nosotros mismos. Wendy (Laura Linney) es una autora teatral que pasa sus días postulando para becas que no consigue, roba útiles de su oficina y mantiene una patética relación con un hombre casado. Jon (Philip Seymour Hoffman), profesor universitario, doctorado en filosofía y especialista en la obra de Bertold Brecht está a punto de terminar un noviazgo con una chica polaca. Inmersos en una apatía constante, los hermanos Savages reciben la noticia de una progresiva demencia senil que aqueja al decrépito padre (Philip Bosco), ausente y poco cariñoso, pero por el que deciden cumplir su deber como hijos hasta los últimos días, situación que los llevará a una convivencia forzada y reavivará viejos enfrentamientos entre ellos. El conflicto se centra en la relación de estos monstruos que parecen en estado de gracia constante. Los diálogos y las miradas de Laura Linney y del gran Seymour Hoffman no tienen desperdicio.

Si bien cada uno de ellos asumirá mayor o menor practicidad, cinismo o culpabilidad en el asunto hay algo en lo que no pueden diferenciarse: nunca dejan de ser los típicos neoyorkinos estereotipados, neuróticos, frustrados, modernos e incapaces de conectarse con lo afectivo y por ello se escudan en cuestiones intelectuales. En este caso, el teatro.
Sin caer en la cursilería sentimental ni disfrazar a sus protagonistas de ángeles o mártires, La familia Savages no propone soluciones mágicas porque no existen. Simplemente intenta exponer a este par de pájaros con todas sus miserias, frente a asuntos tan humanos como la competencia, los dilemas morales y el miedo ante la enfermedad y la muerte.
Tildada de película independiente y chiquita La familia Savages es justamente todo lo contrario. Enorme, brillante y brutal. Como un cross directo a la mandíbula. Sólo hace falta volver a calzarse los guantes y salir a pelear un asalto más.

La familia Savages (The Savages, Dirección y Guión: Tamara Jenkins)

19 mayo, 2008

Modelos de rock


Ellos las prefieren escuálidas, larguiruchas, andróginas. Juntos son dinamita. El combo de glam y escándalo perfecto. Los músicos adoran a las modelos y a ellas les divierte ser la mujer del rockstar, florearse delante de groupies histéricas aunque después elijan quedarse con el empresario. Pero por una noche, músicos y modelos son un solo corazón. De eso se trata el Fashion Rocks, la gala benéfica que se realiza desde 2003 a beneficio de Prince's Trust, una asociación fundada por el Príncipe Carlos de Inglaterra, cuyo objetivo es recaudar fondos para asistir a jóvenes con problemas de desempleo, escolaridad y temas legales.
En el Fashion Rocks no hay chicas ligeras de ropa que bailen al ritmo de Tengo la camisa negra. En la platea tampoco hay estrellas venidas a menos. No hay fuegos artificiales ni nadie que exija mover las cabezas. No hay cuerpos mantenidos a base de siliconas. Hay elegancia, buen gusto y buena música.
Prestigiosas top models desfilan diseños de haute couture y se deslizan cual sílfides por una pasarela circular donde las estrellas del rock y el pop hacen lo propio, ignorando las creaciones que pasan frente a sus ojos.
Todo puede pasar en el Fashion Rocks. Las modelos con sus Versace a cuestas coquetean con Iggy Pop. El carilindo Johnny Borrell, voz de Razorlight y novio de la mejor amiga de Harry Potter (Emma Watson) derrocha encanto aunque bien podría ser un modelo más en la pasada de Burberry que le toca musicalizar.
Lily Allen, sobria de vestidito azul, entona sus bellas melodías pero se le van los ojos con tanto Chanel alrededor. Por si quedara alguna duda de la simbiosis entre música y moda el momento cumbre sucede cuando el diseñador sube al escenario y saluda al músico en cuestión. Así desfilan grandes como el mismísimo Giorgio Armani, Valentino y Dolce & Gabanna entre otros.
Por lo general, los anfitriones de todas las ediciones del Fashion Rocks son íconos fashion. Jeremy Irons, Samuel Jackson y Uma Thurman fueron algunos de los que oficiaron el exclusivo evento patrocinado por la casa de cristales Swarovski.
Dejando de lado la supuesta obra benéfica (?), el Fashion Rocks es una invitación al maravilloso mundo de la moda, donde las modelos desfilan en lugar de bailar. Donde el único brillo posible no proviene de siliconas aceitadas sino de los cristales incrustados en las sedas, como estrellas, en una noche perfecta.




Fashion Rocks for The Prince's Trust, desde el Royal Albert Hall, London se emite el miércoles 21 de mayo a las 0.10. Repite sábado 24 a las 14.30 y jueves 29 a las 0.20 por TNT.

13 mayo, 2008

Los hermanos sean unidos


"No tenemos dónde ir, somos como un área desvastada.
Carreteras sin sentido, religiones sin motivo.
¿Cómo podremos sobrevivir?"
(Prófugos, Soda Stereo)


Michael Scofield debe haber leído el Martín Fierro. Habrá memorizado hasta el cansancio la enseñanza gauchesca que pregona la unidad de los hermanos como ley primera, y no contento con esto no paró hasta encontrar la manera de hacer carne la idea de José Hernández, arriesgando su vida en cada intento, perpetuando con tatuajes su cuerpito gentil. Cualquier cosa es válida con tal de ayudar a su hermano: el machote y rústico Lincoln, acusado y condenado a muerte por un asesinato que no cometió. Lincoln (Dominic Purcell) no es más que el chivo expiatorio de una conspiración que involucra a las más altas esferas del gobierno de la que es partícipe "La Compañía", un grupo con intereses financieros y políticos que está dispuesto a todo con tal de eliminar del planeta a los hermanitos Scofield.
Prison Break inicia con los contados días de Lincoln en Fox River, una cárcel de máxima seguridad en las afueras de Chicago y el masterplan de su hermano, el bello Michael Scofield (Wentworth Miller), al que no le tiembla el pulso y simula un asalto bancario para ser enviado a la misma prisión.
La diferencia con cualquier película o serie del ámbito carcelario es que Michael está lejos de cumplir con el prototipo tumbero: es lo más parecido a un modelo Calvin Klein en un universo repleto de mafiosos, asesinos, violadores y todo tipo de lacra que fue a parar a la gótica fortaleza penitenciaria.
De aspecto prolijo y limpio Michael es buen amigo y mejor hermano pero, por sobre todas las cosas, es ingeniero civil y el estudio en el que trabajaba, porque alguna vez tuvo una vida más ordenada, tuvo a cargo la remodelación de la cárcel.
Un asalto estratégicamente planeado, un falso apellido, sus conocimientos en la disciplina en cuestión y el dolor de llevar tatuado en el cuerpo los planos de la cárcel camuflados entre figuras de ángeles y demonios es lo que deberá sacarlos del infierno.

Cada capítulo de Prison Break aportará datos para resolver el caso y empezar a desgranar el plan perfecto que se desarrolla en un clima tan denso que nada tiene que envidiarle a Misión Imposible.
Vale aclarar que las buenas actuaciones no recaen justamente en los sufridos hermanos, más bien, los personajes secundarios son los que se sacan chispas y compiten para ver quién es el más malo, el más sanguinario o quien de todos los involucrados en la fuga es el que merece mayor redención. Porque ese es sólo uno de los tantos problemas que deberá enfrentar Michael: no pueden irse solos y como consecuencia deberá aliarse con reclusos repudiables pero indispensables para materializar el escape. Mención aparte merece Theodoro Bagwell (Robert Knepper), más conocido como T-Bag. Así como el cine nos muestra ladrones de guante blanco, adorables y carismáticos (el caso de George Clooney como Dany Ocean en la trilogía de La gran estafa) T-Bag es el fugitivo más comprador, el villano más perverso que se convertirá en la peor pesadilla para Michael y los suyos y quien se llevará gran parte del protagonismo en la 2da. temporada, por encima de los hermanos carilindos.
Siguiendo el postulado aquel de "segundas partes nunca fueron buenas", Prison Break no es la excepción. Pierde la emoción original aunque nuevos condimientos pugnen por salir a la luz; un botín sustancioso por el que perderán la cabeza, guardiacárceles caricaturescos, muertes, rescates, romance y nuevos personajes como el agente del FBI, Alexander Mahone, que resulta insufrible pero nos conquista en esta 3ra. temporada que culmina el próximo martes 20.
Estéticamente la imagen de Prison Break cambió. Se volvió sepia, sucia y Michael acompaña el cambio. Ya no es aquel chico limpito y prolijo. Emocionalmente también se permite el desborde aunque sin abandonar del todo su pensamiento analítico.
Muchas cosas pasaron en el camino y ahora Lincoln tendrá la posibilidad de pagar tanta incondicionalidad y lealtad que su hermano le brindó durante estos 2 años. Distintos motivos lo llevaron a Sona, un recinto en Panamá que nada tiene que ver con Fox River. Un lugar más parecido a un circo romano donde deberá afrontar nuevos peligros y donde los enemigos se vuelven amigos. Por conveniencia, claro.
Por todo lo sucedido hasta el momento Prison Break no puede terminar bien. Todo está preparado para que algo trágico suceda en cualquier momento. Hasta suena ilógico y simplista un final feliz: la tienda de buceo que los hermanos soñaban montar en tierras panameñas.
Prison Break es de esas series "pochocleras". Pura diversión, puro ingenio. Su relato pertenece a ese universo de historias cargadas de peripecias, con personajes con tantos rasgos positivos como negativos y donde los caminos se mezclan y muchas veces se hace difícil discernir entre el bien y el mal.
En definitiva, una versión de la vida misma.

Final de Temporada: Martes 20, a las 22 por FX.