26 marzo, 2013

Me pareció ver un lindo conejo

Parece que algunos conejos hicieron escala en Caballito.
¿Habrán dejado escondidos huevos de Pascua, como en la publicidad? Eso espero.
Por lo pronto, uno de ellos sigue en casa. Me saluda cada vez que cierro la puerta. Parece que le gustó el olivo.
 Cartel de madera
Tienda boop 

Con ánimo de una Pascua artesanal, y motivada (una vez más) gracias a la película Miss Potter ayer me senté a armar los packagings para las Pascuas que celebraremos el domingo. Este fue el resultado:
 
 
Era previsible que entre tanto conejo, Peter Rabbit abandonara su madriguera y se filtrara entre ellos. 
Y con la excusa de las Pascuas, es  un momento ideal para compartir la leyenda del conejo en la luna.

Cuentan que un día el gran dios azteca Quetzalcóatl decidió salir a dar una vuelta por la tierra disfrazado de forma humana. Tras caminar durante todo el día, a la caída del sol sintió hambre y cansancio, pero no se detuvo. Cuando cayó la noche, el gran Dios decidió descansar y tomó asiento a la vera del camino, bajo la luz de la luna y las estrellas cuando observó que se le acercaba un conejo que había ido a cenar. Quetzalcóatl le preguntó qué estaba comiendo. El conejo le respondió : - Pasto! y humildemente le ofreció un poco. Sin embargo, la deidad contestó que él no comía pasto y que probablemente fuera morir de hambre y de sed.
Horrorizado ante tal posibilidad, el conejo se le acercó y le dijo que por más que él sólo fuera una pequeña criatura, bien podría servir para satisfacer las necesidades del Dios, y se auto ofreció para ser su alimento.
El corazón de Quetzalcóatl se ensanchó de gozo y acarició amorosamente al conejo. Tomándolo entre sus manos le dijo que no importaba cuán pequeño fuese, a partir de aquel día todos lo recordarían por aquella acción de ofrecer desinteresadamente su vida para salvar otra. Lo levantó alto, tan alto que la figura del conejo quedó estampada sobre la superficie lunar. Luego volvió a bajarlo cuidadosamente y le mostró aquella imagen suya, retratada para siempre en luz y plata que quedaría allí por todos los tiempos y para todos los hombres. Desde aquel momento, el conejo vive feliz en la luna. 
Por eso dicen que si miramos al cielo, en una noche despejada y con una buena visibilidad nocturna, podremos visualizar, con un poco de  imaginación, la imagen de un conejo saltando en él.
 

Estoy rodeada, pero en buena compañía.
Los conejos están de visita.

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