10 septiembre, 2013

Tarjetear



Antes de escribirnos mails, enviarnos whatsapp, dejarnos comentarios en el "muro" o conectarnos a través de Skype, la gente escribía cartas. Inclusive había papelería especial para hacerlo, aunque la hoja era lo de menos. Lo importante era escribir, mantenerse en contacto, ir al correo o tirarla en un buzón y esperar a que el cartero hiciera su trabajo de mediador. 
También se enviaban postales desde el lugar de veraneo, entre churros playeros y la sal del mar en el cuerpo. 
En situaciones especiales, como cumpleaños o fiestas, ameritaba comprar tarjetas con saludos pertinentes. 

Pasaron los años y ya nadie envía una carta. Ni siquiera es necesario estar frente a una computadora para enviar un mail. Con un teléfono celular, más o menos decente, es posible estar conectado. 
Las postales son cosa del pasado. El viajero actual "cuelga" sus fotos en la red social, recibe comentarios y pulgares arriba, las retoca cual fotógrafo profesional gracias a los efectos lindos de instagram y rara vez arma un álbum en papel.  
Las tarjetas de cumpleaños y fiestas son virtuales. Hay muchas páginas con modelos pre-determinados según la ocasión.

No reniego de los avances tecnológicos. Por el contrario, creo que todas las herramientas actuales -y las que vendrán - son y serán útiles y facilitadoras y sería imposible y retrógrado pensar lo contrario, pero en el fondo también soy de las que sigue comprando cuadernos y tarjetas. Como pueden leer al costado, en esa especie de carta de presentación de este blog, me gusta escribir a mano, en cuadernos de lindos diseños. 
Todavía me sigue gustando entregar tarjetas en los cumpleaños o en las fiestas, y cada vez que puedo me animo a crear mis propios diseños o invento packagings originales para acompañar la sorpresa de un regalo.

Por suerte estoy rodeada de gente romántica que todavía escribe cartitas o se toman el trabajo de elegir una tarjeta en cada cumpleaños o fecha especial. 

Por eso hoy, con música funcional alusiva, comparto con ustedes una parte de mi tesoro personal. 
Pasen, lean y enciendan los parlantes. Quizá la música y las imágenes los inspire y tengan ganas de sentarse a escribir una carta de puño y letra, como dice el ex beatle.

Año 2009. Una tarjeta que lo dice todo. Sólo el vecinito de enfrente puede sorprender con una tarjeta con El Beso de Klimt . No sólo tuve la suerte de ser la destinataria sino de compartir la romántica costumbre de enviarnos tarjetas.


Año 2010. Porque uno nunca termina de crecer, ni aún a un paso de dar el SI. Esta tarjeta es tan especial porque tiene doble destinatario: el vecinito y yo.
De parte de una mamá/suegra  que gastó en un solo día alta dosis de carilinas.

Año 2010. Faltaba 1 semana para dejar atrás la soltería. Mis amigas del alma no me disfrazaron de diablita ni me llevaron de paseo en el trencito de la alegría. Por eso, y por muchas cosas más, las quiero tanto! Comimos y bebimos margaritas en uno de mis lugares favoritos, y entre besos y abrazos firmaron esta tarjeta 100 % artesanal gracias a la inspiración artística de Eugenia.
Año 1999. Chiquita, sencilla y simpática. Mamá tenía pensado dirigir esta mini tarjeta a otro destinatario, pero por esas cosas de la vida (y de hija única) resulté beneficiada. Ese corazón de corcho me llegó al corazón. 

Año 2010. Una sola noche, Dos tarjetas artesanales.
Se trataba de reafirmar el pasaje de una mujer soltera a una señora felizmente casada.
Una tarjeta con pluma incluida y sólo una palabra: transformaciones.
Cual Natalie Portman en el cisne negro...me transformé, lo sentí, lo viví y fue...perfecto.  

Año...desconocido. Una de las tantas tarjetas entregadas a mi nona. Como podrán ver, por suerte, esta es una costumbre que pasa de generación en generación.

Año 2008. ¿A quién no le gusta recibir un regalo cuando está enfermo? No importa la edad. Siempre es lindo que a una la mimen cuando la fiebre no baja . Esta tarjeta seguramente vino con un té en la cama y alguna chuchería comprada por mamá.

Año 1983. Mi compañerita de banco y amiga inseparable de la infancia y adolescencia me deseaba Felices Fiestas con esta tarjeta. Si tienen buena vista notarán, como toque artesanal, restos de brillantina en las ramas del árbol.
Dentro, puede adivinarse el trazo de una Parker de los 80 y la línea trazada en lápiz  a modo de ayuda para una escritura alineada y prolija.

Año 2005. Una de esas Navidades en las que mamá, además de hacer el vitel thoné, se dedicó a hacer tarjetas artesanales. Acá, su creación e inspiración navideña.


Año 1988. Una de esas tarjetas que valen oro en polvo.
100% artesanal. Creación personal y única de una de mis amigas del alma
Año 1982. La chica estilo Sarah Kay yel infaltable minino a los pies. Tarjeta enviada para mi  cumpleaños n° 7 de parte de mi tía del corazón

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