27 septiembre, 2013

El plan de viernes: Haceme marchar una napo con fritas

Restó: conocido antiguamente como restaurant. Dícese de aquel lugar donde se puede cenar en un ambiente pobremente iluminado a la luz de las velas. Extrañamente atendido por gente de países centroamericanos con serias dificultades de comprensión en platos de la carta o en cortes de carne netamente argentinos. Otras características que pueden señalarse son sus precios prohibitivos y su atención despersonalizada. Actualmente existe una gran proliferación de restós en los barrios de Palermo, Belgrano y zona norte, por mencionar algunos.

Seguramente fueron alguna vez a un restó. Tal vez el anzuelo fue la tentación de probar algún plato exótico, las velitas de las mesas de madera oscura que invitan al romance, el barrio de moda, el sibarita que llevan dentro.
Como dice Sabina, sobran los motivos...pero cuando se dieron cuenta, ya estaban dentro de la boca del lobo. O mejor dicho, dentro del restó.
Lamento desilusionarlos amigos, pero ustedes saben que el lobo puede ser muy encantador con la piel de cordero encima, pero no deja de ser lobo y en algún momento abre la bocaza y la magia se termina.
Y cuando eso pasa, entendemos que la vida no es perfecta gracias a esa reducción de malbec o a esa carne de caza que deseaban probar. La magia tampoco está en la pasta mediterránea, el mix de verdes o las flores comestibles.
La magia está en un revuelto gramajo, unas costillitas a la riojana, unos ravioles con pesto y mucho queso...y todo eso en un ambiente cómodo y sin pretensiones, que desconoce la palabra glamour. A ese lugar lo llamamos: BODEGÓN.

A mi me gusta decir que en un bodegón "siempre te dan de comer" porque es cierto, hablo con conocimiento de causa. El bodegón es el lugar ideal para sentarse a comer post - recital porque uno está zaparrastroso, con hambre, cansancio y generalmente es tarde y muchas cocinas ya están cerradas, pero en el bodegón la noche recién empieza. No se habla de "comandas", la comida "marcha", los platos se gritan, los mozos atienden con cara de traste pero es parte del trato de estar allí, sentado en ese ambiente ruidoso, con el sifón de vidrio antiguo y el vino de la casa. 
Lejos de toda moda, de la luz de las velas y el acento colombiano, la comida de los bodegones sale rápido, es rica, barata y tiene onda. 

A partir de mañana y hasta el viernes 4 de Octubre, más de 50 bodegones emblemáticos de la ciudad participan de este evento reivindicando la cocina porteña.
Además de los platos habituales de sus cartas, los bodegones presentan un menú especial a precios promocionales.
El periodista gastronómico y mentor de dicho evento, Pietro Sorba, dice en su libro alusivo a los bodegones de Buenos Aires:
Lo que define al bodegón es la sensación de pertenencia a la ciudad que transmite por medio de la abundancia y accesibilidad de su comida, ambiente y la tipología de clientes que lo frecuenta. Es un lugar para todos, donde se recrea la mesa familiar en convivencia con el resto de la sociedad y en un espacio público…
Por eso en el vecinito de enfrente no nos dejamos engañar con espejitos de colores y creemos que no es necesario desangrarnos en un restó de moda. También se puede ser romántico con mantel de papel de almacén y una milanga con fritas del gallego de la esquina.

Les dejo un video de mi cena favorita en el cine. Acaso, ¿hay alguna cena improvisada más romántica que ésta?
Buen finde!!!!



Para saber más sobre la semana de los bodegones puedan ir acá:
http://agendacultural.buenosaires.gob.ar/evento/semana-de-los-bodegones-portenos/8120

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