01 julio, 2008

Contame tu condena, decime tu fracaso


Después de ver la última aventura del director hongkonés, Wong Kar Wai, queda la sensación que el hombre de las clásicas pashminas al cuello, Don Jude Law, hizo esta película para mantener su privilegiada posición en la tabla de los hombres más bellos, y que Norah Jones no dudó en complacer el capricho oriental de aparecer en pantalla grande siempre y cuando pudiera besar al príncipe del pastel de arándanos.
La historia de My blueberry nights comienza cuando Elizabeth (la cantante de jazz Norah Jones) llega a un bar neoyorkino buscando a un novio que acaba de dejarla y en su lugar encuentra a Jeremy (Jude Law), dueño del lugar y coleccionista forzoso de llaves. Si hay algo que abunda en el bar de Jeremy son llaves y torta de arándanos, de allí el nombre de la película. Cada llave representa una historia, por lo general, triste. Elizabeth no sólo aporta su llave a la colección sino que decide montar guardias nocturnas en el bar esperando que su ex regrese. Mientras Jeremy se convierte en el contador de historias de amor fallidas de las llaves, ella calma su angustia oral con la torta de arándanos que nadie consume y cual borracho duerme acodada en la barra del bar. Todas las noches la misma historia. Vale pensar que la conducta no es más que una simple y berreta estrategia para ser despertada cual bella durmiente por el príncipe del lugar.
El relato cambia cuando Elizabeth decide, de un día para el otro, abandonar Nueva York con la frente marchita y salir a la ruta tipo Kerouac buscando nuevas experiencias. El camino estará lleno de lugares comunes: el alcohólico suicida, la estafadora, la ruta 66, los lugares de paso, las calles desiertas, el casino y esta pobre chica que a la distancia trata de emular a Jeremy trabajando de mesera y volviéndose paño de lágrimas de los demás.
Es sabido que Wong Kar Wai destaca de un modo único la belleza de las imágenes; colores brillantes, saturados, los neones, la sugestión puesta en los objetos y en buena parte de los que intervienen en My blueberry nights. Natalie Portman y Rachel Weisz compiten a cual más bella y Jude Law convence y conmueve como muchachito afectado por una pena de amor, pero no deja de ser problemático que el protagónico caiga en su totalidad sobre Norah Jones que no para de demostrar su calidad actoral de madera terciada. Es notable que ni la delicadeza y la elegancia de las imágenes creadas por el ojo oriental logren remontar esta percepción.
Si bien Wong utiliza distintos ritmos musicales como el blues, folk y jazz My blueberry nights es un tango, una película que habla sobre desilusiones sentimentales, pérdidas y gente que va por la vida con el corazón con agujeritos. Será cuestión de recordar aquel viejo dicho popular de panza llena, corazón contento. En definitiva, un plato de comida o una porción de torta no se le niega a nadie.





El sabor de la noche (My blueberry nights, Wong Kar Wai).

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