12 diciembre, 2017

Balance literario 2017


Uno no siempre tiene la suerte de Lulú de estar fresca, tranquila y feliz para disponerse a leer. Uno lee como puede, cuando puede y cuanto puede. A veces, nos toca leer apretujados en el subte o amanecemos con el libro como almohada. Por suerte, otras veces tenemos la suerte de Lulú y nos vamos a un cafecito con nuestro libro bajo el brazo. 
Este año tuve la brillante idea de cargar a diario un libro de más de mil páginas, hice uso de la biblioteca materna, seguí fiel a mi hobby de recorrer librerías de usados y compré muchos libros por internet. Las costumbres pueden variar pero hay algo que no cambia: sigo siendo esa chica que pide libros en lugar de zapatos para su cumpleaños y Navidad. 
Sin embargo, y con cierta culpa a cuestas, debo decir que el balance literario 2017 tiene gusto a poco. Es probable que el estudio me haya robado espacios de lectura ligera y haya invertido tiempo buscando otro tipo de lecturas. No me quejo. Es un camino que recién empieza. Poco o mucho, siempre hay un hueco para la ficción y aquí está el resultado.
12 meses, 11 libros. 
Algunos olvidables. Otros, hermosos.
Tengo una lista pendiente de lectura y en 2018 pienso desquitarme.
Mientras tanto, pasen y lean.
Hoy, más que nunca.


Tengo un team ganador conformado por la italiana Susanna Tamaro, el francés David Foenkinos, la belga Amélie Nothomb y todo escritor japonés que caiga en mis manos. No importa sobre qué decidan escribir, en este barrio tienen una lectora asegurada. Nothomb es verborrágica y eso se traduce en una publicación anual asegurada. Mientras tanto, cuando me toca estar en modo espera, busco y rasco todo lo viejo que se consiga. Estupor y temblores forma parte de sus novelas de inspiración autobiográfica donde cuenta el choque cultural que experimentó en su etapa adulta en Japón, su lugar de nacimiento. Escrita a modo de memorias, se podría leer como una crítica a las condiciones de trabajo en las empresas japonesas, aunque algunas situaciones que describe bien podrían suceder en cualquier entorno laboral y en cualquier lugar del mundo. 
Estupor y temblores está bien, aunque nunca será Ni de Eva ni de Adán o El sabotaje amoroso, también autobiográficas y favoritas de este barrio.


A Francesco Marciuliano se le ocurrió la brillante idea de publicar un libro delirante, divertido e ideal sobre gatos.
Podría hacer pis aquí y otros poemas escritos por gatos es un librito adorable que homenajea con humor varias costumbres felinas que sólo podemos identificar quienes tenemos el lujo de compartir la vida con ellos. Su amor por las cajas, el árbol de navidad, el papel higiénico, el olor en nuestra ropa y el desarrollado sentido del olfato felino, el veterinario, entre otros temas.
La edición es un lujo e incluye fotos alusivas al tema del poema en cuestión.
Sólo recomendable para cat lovers.


No se puede leer La dama de las camelias sin suspirar. Además de los suspiros, es probable que en las últimas páginas se les piante un lagrimón en pleno transporte público camino al trabajo. Ambientada en París a mediados del siglo XIX, La dama de las camelias comienza con el funeral de Marguerite Gautier, la cortesana que da nombre a la novela, y su romance con el joven burgués Armand Duval, uno de los narradores de esta historia que se enmarca entre el Romanticismo y el Realismo. 
Si quieren leer más al respecto, pueden volver al post alusivo ACÁ.
Y si quieren suspirar, lloriquear y patalear por la muerte de Margarita, están habilitados.
Yo ya lo hice.


Algo pasa cuando sabés que estás leyendo la obra maestra del Rey. Las mil y pico de páginas se hacen finitas, el libro no pesa, no es una carga. Es un lujo. Una buena decisión. Se exhibe orgullosa. Más aún si se trata de una edición de las viejas, de esas que ya no se consiguen. It es uno de los mejores libros que leí. No importa el año. Importa leerlo una vez en la vida. Porque no es la historia de un payaso espeluznante que adopta las formas de todos nuestros miedos. Es la historia del fin de la infancia, una reflexión sobre lo que significa crecer, olvidar y la nostalgia por aquella época que no volverá. Este año mencionamos A el desafío IT y después de marcar muchas hojas del elegí ACÁ un fragmento. Fue tan díficil la selección como dejar de leerlo.
Para todos los que leímos esta obra maestra, el premio consuelo es esperar It: capítulo 2, la versión cinéfila de Andy Muschietti, el director argentino que este año logró hacer una brillante adaptación para el cine de la parte 1, la niñez en IT.
Ampliaremos en el balance cinéfilo.


Si quieren tener una idea de cómo llegaron a ser amigos Truman Capote y Nelle Harper Lee tienen que leer True y Nelle. Esta novela está basada en la amistad de estos dos célebres escritores  que se conectaron gracias a un amor compartido por las historias de detectives y siempre se sintieron sapos de otro pozo. Truman, nacido en Nueva Orleans, llega al pueblo de Monroeville, Alabama, un verano en plena Gran Depresión norteamericana. Cree que lo suyo será pasar una temporada en la casa de sus primos mayores pero lo esperan otros planes. Algunos bastante desgraciados, como el abandono al que es sometido por sus padres. Otros mejores, como el inicio de su amistad con Nelle, con quien jugaban a ser Sherlock Holmes y Watson para resolver algunos misterios del pueblo. De hecho, algunos de los incidentes vividos formaron la base de Matar a un ruiseñor, la novela que le otorgara a Harper Lee el Pulitzer y la categoría de clásico de la literatura norteamericana.
A pesar del bulling, es lindo leer sobre la elegancia de Capote y la chica ruda de pueblo que cuida a su amigo. Además, el autor nos ubica en tiempo y espacio y entremezcla la historia con algunos acontecimientos históricos norteamericanos; la gran Depresión, el racismo, la presencia del Ku Klux Klan.
A pesar de la portada infantil, True y Nelle vale tanto para teens como para adultos, o bien para niños con ánimo de convertirse en detectives.


Así como defiendo las novedades literarias de Nothomb ahora le toca el turno a Tamaro, otra de mis protegidas. Lo de Tamaro es pura delicadeza, es su amor por la naturaleza, los animales. Si su literatura fuera una música sería un vals. Toda esta delicadeza mencionada está presente en El gran árbol, una fábula con mensaje de superación. La historia de un abeto que por determinadas circunstancias que no voy a spoilear será arrancado de su lugar de crecimiento y deberá aprender cómo es la vida fuera del entorno del bosque. Su amiga, la ardilla Crik, es quien interviene ante la crisis por su amigo abeto, al que no sólo le une una relación de amistad sino que también ese abeto es su hogar. 
Si ya el diseño de su portada es un hermosor, imaginen su contenido.



Cuando empecé a leer Escucha mi voz, las mesas de novedades de las librerías exhibían La tigresa y el acróbata, la última novela de Susanna Tamaro. Para no empacharme de Tamaro, decidí ir con calma. Me comí los codos, intenté no circular por librerías y reservarme un momento futuro para la novedad y aceptar que tenía entre mis manos la continuación de esta novela preciosa que hizo famosa a Tamaro llamada Donde el corazón te lleve. Pero creo que perdí el tiempo porque Escucha mi voz, muy a mi pesar, confirma la teoría de "segundas partes nunca fueron buenas". Así como el primer libro nos habla amorosamente de esa abuela, en la segunda, la historia se centra en la nieta, en Marta y su regreso a la casa de Trieste donde creció allí con su nonna que ya está enferma.
En Escucha mi voz, Marta recupera su historia familiar entre cartas y cuadernos olvidados en un desván, pero es un libro forzado, hecho con la intención de conmover y no lo logra. Convengamos que la Marta no ayuda en la tarea. Es un personaje que no genera ninguna empatía, es fría e insoportable. Y mucho más si se tiene en cuenta ese amor incondicional de la abuela. Nos da bastante bronca que eso pase, sin embargo, no lo suficiente como para tachar de nuestra lista de favoritos a Tamaro. 
La historia de La tigresa y el acróbata será de los primeros libros que lea en 2018.
Ya saben, si son de los que amaron Donde el corazón te lleve, quédense con eso. No rompan el hechizo. 



Porque este año también hubo espacio para la chik lit. Buena y mala. Empecemos por lo malo y dejemos la frutilla del postre para el final.
Sábados de super acción tiene un buen título, una portada simpática pero un contenido olvidable.  En este barrio ya contamos ACÁ de qué va la chik lit, pero repasemos algunos puntos importantes. Toda historia que se precie de chik lit debe tener una mujer independiente, entre 30 y 40 años, un poco torpe pero con glamour. Le gusta la moda, los tragos y siempre está a dieta y en la búsqueda del hombre ideal, pero sobre todo, para que este tipo de novelas funcione debe tener mucho humor. La chica en cuestión nos tiene que caer bien, al estilo Bridget Jones. No acepten menos que una Miss Jones. Y todo ésto no pasa en la novela de Schulman. Lo siento, pero no. 
No llegué tarde al chik lit, ni se trata que leo a destiempo cosas que ya no van. Pero cuando algo es malo, se notan los hilos y no va.



Y ahora sí, la frutilla del postre. Mañana lo dejo ya fue reseñado y será recordada por las risas espontáneas en salas de espera de consultorios, en cafecitos y en transporte público. Que un libro te haga reír vale oro. Y si encima, con la compra de este libro, hiciste una obra de bien para un grupo proteccionista, es un tesoro. La novela del francés Legardinier, cuenta el cambio de vida de Julie, una chica que un buen día se harta de trabajar para una corporación y cuelga todo para ir a trabajar en la panadería de su barrio, en París. Al mismo tiempo, conoce a su vecinito de edificio, un hombre enigmático de apellido ridículo que se convertirá en su obsesión. 
Así se escribe chik lit.
Si lo encuentran, no se lo pierdan.




Leer Japón. Una vez más. A esta altura, tengo que habilitar un sector de mi biblioteca solamente para literatura nipona. Nunca voy a cansarme de leer y conocer autores orientales y por favor, nada de Murakami, para este barrio, el falso japo. Me atrevo a decir, tan farsante como la "reina del orden", Marie Kondo. Hecha esta aclaración, si son de los que valoran los detalles preciosistas, lean literatura japo. Son tristes, por supuesto, pero valen cada una de nuestras lágrimas por su belleza poética.
A cuerpo de gato no es la excepción y fue otro de los libros del año.
Es una crónica de viaje con gatito incluido, en la que Nana junto a su humano conocen mucha gente y hermosos lugares, al mismo tiempo que es un viaje de regresión al pasado de Satoru.
Además, A cuerpo de gato cuyo título original es Crónicas de un gato viajero es una de esas novelas donde los gatos hablan nuestro idioma, una de las mayores fantasías de todos los que tenemos gatos.
Fue el libro más marcado y subrayado del año y uno de mis favoritos de hoy y siempre. 


Quería terminar el año con este libro y cerrar este balance con él, porque aunque todavía no lo terminé es algo que sucederá en los próximos días. Mairal escribe libros que se leen en un rato. Es ingrato porque uno no quiere que se termine pero a la vez no se puede soltar. Soy su fan y este barrio, y ciertas vecinitas lo saben y pueden dar fe de ello. Lo escuché en confesionarios, en lecturas varias, en museos, leyendo pornosonetos como Ramón Paz o ensayos como los de Maniobras de evasión.
Hay columnas sobre un campamento en Maschwitz, un accidente en omnibus en Jujuy, el desinterés por el fútbol y el trasfondo disparatado de ganar el Premio Clarín de novela hace unos años por Una noche con Sabrina Love.
Hasta ahora es divertido y lo dosifico a discreción mientras husmeo un poquito en su vida literaria y no literaria también. 
La objetividad? 
No sé, la dejé en algún lado que ya ni recuerdo. 

Después de tantos años de balances literarios, espero hayan podido rescatar algún recomendado.
Yo me llevo muchos libros marcados y otros bien olvidados.
Gracias por leer.
Fue un gusto.

Si nos dan los tiempos, nos reencontramos el viernes con balance cinéfilo! 

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