22 noviembre, 2016

Mairal y el ukelele

 

Por suerte no rompí el ukelele en la playa ni lo dejé en lo de Enzo. Lo trajo Maiko el primer fin de semana cuando vino a mi departamento de separado y se lo olvidó. Y acá quedó. Saqué acordes, ritmos, rasgueos. Después me animé a puntear. Me salvó del bajón. Esa guitarrita mínima me apuntaló el alma en todo ese año que llevo viviendo solo. Lo que sabía de guitarra me permitió aprender rápido. Es un instrumento simple y puede ser complejo también. La guitarra siempre me quedó grande, me sonaban sucios los acordes, demasiadas cuerdas para tener en cuenta, demasiadas notas en ese puente. Para un autodidacta, para el que toca de oído como yo, el ukelele es ideal. Entendí que prefería tocar bien el ukelele que seguir tocando mal la guitarra, y eso fue como una nueva filosofía personal:
Si no podés con la vida, probá con la vidita.

(Pedro Mairal, La uruguaya)


Volver a leer a Mairal en el mes de los caprichos bloguísticos.
(Gracias a mi amiguísima P. por hacerlo posible).

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