07 julio, 2016

TANABATA o pidiendo un deseo a las estrellas

Noche de jueves que parece viernes. Víspera de feriado largo. Algunos estarán preparándose para cenar. Otros, en alguna ruta con destino a algún lugar para disfrutar estos tres días que se nos presentan por delante. En cambio, en este barrio, la vecinita está colgando deseos de los tallos de una de las plantitas suculentas del balcón. 

Como cada 7 de Julio hoy se celebra TANABATA, una hermosa leyenda japonesa.
Lean la historia japo, triste pero romántica, cierren los ojos y pidan sus deseos a las estrellas. 

Hace mucho tiempo vivió una hermosa joven llamada Orihime, hija del rey del Cielo. Cuenta la leyenda que Orihime disfrutaba tejiendo vestidos para su padre y encontraba en esta actividad todo lo que podía desear para ser feliz. Así pasaba plácidamente los días en la Llanura Alta del Cielo, absorbida en su trabajo y al ritmo del monótono sonido de la lanzadera del telar. Pero una mañana, al dirigirse al telar, Orihime vio a un joven apuesto pastor de bueyes llamado Hikoboshi y se enamoró perdidamente de él. Aunque mantuvieron el romance en secreto, el rey del Cielo advirtió en su hija el amor que sentía por Hikoboshi y les unió en matrimonio.

Sin embargo, la felicidad no iba a durar mucho. Su apasionado amor y el indescriptible gozo que sentían por el mero hecho de estar juntos provocó que descuidaran sus deberes; Orihime dejó de tejer y Hikoboshi abandonó los bueyes a su suerte. Si en un principio el rey del Cielo toleró con indulgencia este comportamiento, no tardó en tener que tomar medidas drásticas ante el cariz que había adquirido la situación. Fue así como castigó a los dos amantes y los separó para siempre convirtiéndolos en estrellas. Pero separar a dos enamorados por toda la eternidad sin perspectivas de reencontrarse era demasiado cruel; así que les fue concedida la posibilidad de volver a verse una noche cada año, la noche del séptimo día del séptimo mes. Esa noche, las urracas acuden a volar sobre el río Celestial y con las alas totalmente desplegadas forman un puente por el que Hikoboshi cruza el río camino de los brazos de su amada. Terminada la noche, él vuelve a su trabajo de pastor de bueyes y ella se queda tejiendo, anhelando ambos el próximo reencuentro.
Desgraciadamente para los amantes, su encuentro anual depende de las condiciones meteorológicas: si esa noche está despejada, también lo estará el camino que les unirá. Pero si esa noche llueve, la crecida del río Celestial impedirá a las urracas formar el puente.


En Japón, esta festividad en la que se festeja la reunión de los amantes se llama TANABATA. Una de las formas primitivas de celebrarla consistía en atar tiras de papel (tanzaku) de cinco colores (rojo, verde, amarillo, blanco y negro) que representan los cinco elementos (fuego, madera, tierra, metal y agua, respectivamente) con poemas de alabanza a los amantes a cañas de bambú recién cortadas y colocarlas en los tejados de las casas. Una vez acabada la fiesta se recogían y se arrojaban al río o corriente más cercano. En la versión moderna, se cuelgan papeles en los que se escriben deseos con la esperanza de que se cumplan y a la medianoche o al día siguiente se queman. El fuego de la quema eleva nuestras peticiones al cielo para que nos sean concedidas.

Están avisados, vecinitos! Y si se les pasa o no tienen una plantita a mano, hasta el domingo pueden dejar sus deseos en un espacio exclusivo que habrá en el Jardín Japonés y presenciar la quema en el Lago de ese hermoso Jardín zen. 

Nosotros ya pedimos.
Que se nos cumpla.
(La de la foto dio fe y fue testigo) 


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