19 mayo, 2016

Marikondeando




Durante 2015 me cansé de leer notas sobre Marie Kondo y su famoso método KonMari para mantener en orden tu casa ¡y tu vida! Lo cierto es que siempre había algún otro libro que le ganaba al de Kondo y La magia del orden pasó a formar parte de una lista de pendientes.
Unas semanas más tarde, me encontré con una amiga que con un par de capítulos leídos se declaraba FAN de Marie Kondo. Obediente, ya había implementado la lección de las medias del KonMari y estaba lista para avanzar a otro nivel. De las medias a los vestidos y de los vestidos a los libros y así hasta llegar a los recuerdos más preciados. Sí vecinitos, a Kondo no le tiembla el pulso. Pretende que tiremos a la basura tarjetas, cartas, fotos, memorabilia...TO-DO!

Finalmente La magia del orden llegó a mis manos en forma de e-book, gracias a la gentileza de mi vecinita de oficina que también me imitaba con una mudanza en puerta. Esa mañana me dijo: este libro nos va a venir bien.
Y tenía razón. Nos vino bien, no tanto por el dichoso método sino porque durante las siguientes dos semanas que duraría la lectura, Kondo demostró ser una gran comediante y logró lo que muchos escritores quieren y no pueden: hacernos reír.

El post de hoy debería titularse: "El día que la vecinita intentó imitar a Marie Kondo (y no le salió)" o bien "Marie Kondo o la experiencia de lectura de autoayuda que resultó comedia".

Hoy nos portamos mal en el blog. Pasen y lean nuestra crítica descarnada a la gurú de moda.

La magia del orden 
según la vecinita

200 páginas que se leen de un tirón. La magia del orden no ocupa lugar en la biblioteca. Mucho menos en tu cartera. El detalle no es casual. Marie Kondo pensó en todo. Inclusive, ella misma dice que si llegaste a él y por alguna razón no te resulta, lo deseches, lo hagas circular. Como dice la canción, las cosas tienen movimiento. 
La portada del libro lleva una cocarda digna de una vaquillona campeona: 2 millones de ejemplares fueron vendidos sólo en Japón. Habrá que calcular todas las copias que circulan en el resto del mundo para hacernos una idea de la fortuna que logró en tan poco tiempo. Ya en el prefacio, Kondo se encargará de remarcarnos que tiene una lista de espera de tres meses de gente que quiere hacer su curso para "ordenar su vida". Para entusiasmar a los incautos, presume y cita testimonios exitosos al estilo Llame ya. A las citas me remito:

"Desde que organicé mi departamento, incrementé mis ventas"
"Después de tu curso, renuncié a mi trabajo y abrí mi propio negocio"
"Por fin bajé 3 kilos"
"Tu curso me ayudó a ver lo que en verdad necesitaba y lo que no. Así que me divorcié y ahora me siento mucho más feliz"

Semejantes testimonios dan cuenta que el KonMari es lo suficientemente drástico y las personas que lo implementan no sólo logran tener una casa ordenada, sino que en el ímpetu por tirar son capaces de mandar todo al tacho: trabajo, marido, kilos, etc.
Kondo no se limita a una serie de reglas sobre cómo clasificar, organizar y desechar, sino que se encarga de aclarar que el libro es una guía para adquirir la mentalidad correcta y así crear orden y volverse otra persona, una persona organizada.
Quedan avisados: no alcanza con aplicar un par de tips. Acá se habla de un cambio de personalidad. Conclusión: Kondo juega fuerte.

No conforme con ésto, la autora muestra la hilacha oriental exigente en cada subtítulo: Organiza una sola vez y hazlo bien, Busca la perfección, Empieza bien son algunos de los mandatos. A medida que avanzamos en la lectura, suaviza los modales. Sin embargo, hay ruido de fondo. A pesar que pretende ser un libro de autoayuda está lleno de enojo, la palabra "fracaso" está presente más de una vez en cada uno de los capítulos. La autora nos cuenta sus disgustos, sus frustraciones desde su más tierna edad en el arte de ordenar y los problemas familiares que debió afrontar por meter sus narices en objetos que no le pertenecían, sólo por el afán de desechar. ¿Todavía siguen pensando en ordenar o en mantener la paz conyugal? ¿Serán compatibles?

 Por suerte, hay momentos dignos de comedia que descomprimen y ayudan a sobrellevar la lectura. Por ejemplo, Cuelga cualquier prenda que parezca más feliz en una percha, son esas prendas que protestarían si las doblaras. O cuando habla sobre las medias, Mira tus calcetines hechos bolas. Este debería ser un tiempo de descanso para ellos. ¿Crees que pueden descansar así? Los calcetines guardados en tu cajón básicamente están de vacaciones. Y por último, Las prendas que están ocultas durante medio año lucen marchitas. Abre el cajón de vez en cuando, que les de un poco de aire y luz y déjales saber que te preocupas y estás ansiosa por usarlas cuando vuelva la temporada.
¿Ahora me entienden cuando digo que Kondo es una gran comediante?

Kondo no sólo se pone firme y exige al máximo en la tarea del desecho, sino que además no permite que nadie esté presente porque sostiene que si un miembro de la flia presencia la escena del descarte lo más factible es que las cosas cambien de mano y permanezcan en el hogar. Osea, serán rescatados por una madre, hermana o alguna amiga. Además, de encarar esta tarea titánica en solitario, ni se les ocurra amenizar el rato con música de fondo. Es una orden. Marie Kondo dice que debemos estar solos con nuestros pensamientos y los objetos. Cualquier estímulo que ejerza como una distracción no está permitido. ¿Divertirse? No. ¿Cantar a duo con Frank Sinatra de fondo? Ni se les ocurra.


Y por último, Marie Kondo te desafía: animate a tirar ese pijama calentito, esa jogineta que te hace feliz, esas pantuflas en forma de garra, bota polar o animal print que te compraste con la única intención de estar cómoda (e impresentable) en tu casa. Sí, en la comodidad de tu home sweet home.
La gurú sostiene que aún dentro de tus cuatro paredes  hay que romper el hábito de convertir en ropa de casa las prendas que no te encanten.
El tema es ¿y si las garras te encantan y encima te mantienen calentitos los pies? No siempre se puede ser Carrie Bradshaw, Kondo.

Conclusión: Nadie puede discutir que La magia del orden es un éxito, aunque no siempre aplicable.
¿Hay tips? Sí, hay. ¿Pudimos aplicar algunos de ellos en este barrio? Al principio, sí. Todo cambió cuando Kondo me pidió que le hable a la ropa como le hablo a mis gatas.
Algo no va.
Por ahora, el barrio seguirá un poco desordenado...pero más relajado. 

2 comentarios:

  1. Buenísima reseña!!
    Gracias por el dato, y por hacerme reír también!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias! Fue una de las lecturas más disparatadas de este año, seguro!
      besos

      Eliminar