18 diciembre, 2012

Balance: Discoterapia

Este es un balance. Y no.
No es un balance porque no se trata de discos que hayan salido este año, ni siquiera clasifican en la categoría de clásicos. Algunos pasaron desapercibidos en su época y quizá para muchos de ustedes pueden resultar insignificantes. Sin embargo, sí es un balance porque ocupan un lugar privilegiado en mi discoteca y en mi corazón. Son los que alegran mi vida, calman angustias, ansiedades y, por irracional que parezca, sería capaz de salvarlos de un incendio. Esta selección caprichosa está lejos de ser una recomendación, es una elección de vida. Por si quedan dudas, estos son mis 10 discos favoritos de todos los tiempos.
Quien quiera oír, que oiga.

The great escape
Blur
Blur-Oasis. El Boca-River de la movida brit pop de los 90. O estabas de un bando o del otro. Me gustaba Oasis, pero más me gustaba Blur. Los chicos de Blur tenían cortes de pelo cool y usaban gafas de marco negro al estilo Clark Kent cuando nadie se atrevía a usarlas.
The great escape es un disco que no pasa de moda y sólo refuerza mi deseo por verlos en vivo. Es un mal necesario. Los años pasan pero hay cosas que no cambian nunca: sigo cantando In the country a los gritos y reposo con Best Days o esa hermosa canción carrousel que es Ernold Same.
Dicen por ahí que Blur podría venir el año que viene. Quizá haya que escucharlos más seguido...
Quién te dice, a lo mejor, uno de mis sueños termine por cumplirse...

The heart of the Saturday's night
Tom Waits

Nadie puede ensartarse con este disco. Uno sabe qué va a escuchar. Es sórdido, especial para noches de invierno.
Ideal para enamorarse, derramar algunas lágrimas y brindar por la salud de Tom Waits.
Al menos, una vez en la vida, hay que esperar un llamado teléfonico de ese chico/chica que te gusta y dejar que suene de fondo Please, call me baby.
La espera puede ser más teatral, pero a la vez más soportable gracias a la voz de Tom Waits.

Manhattan
Music for the Woody Allen Film

Hace algunos años, mi jefa trajo este disco a la oficina y todo se volvió más amable. Las tareas se alivianaron, el humor cambió y descubrimos que, además de pasar muchas horas juntas en el mismo lugar, compartíamos una misma pasión: las películas de Woody Allen.  Escuchar Manhattan es recordar el buen cine que nos dio el gran y pequeño Woody. Es un disco que va bien en todo momento y lugar.
Creo que Woody Allen, en su famoso recuento final sobre las cosas por las que vale la pena vivir, olvidó mencionar la banda de sonido de esa maravillosa película.

El regreso
Andrés Calamaro

El regreso fue un disco que marcó la resurrección de Andrés Calamaro y, de algún modo, la mía. Llegó a mis manos en un momento muy particular: crisis, mudanza, vuelta a las aulas. Fue un regalo de gente nueva y querida que compartía la misma obsesión por "el cantante". Sólo por Andrés fuimos capaces de soportar avanlanchas, quedar incrustados en las vallas de adelante para leer sus labios y sufrir sofocones en pleno diciembre cada vez que convocaba a sus recitales.
Y así pasaron los años.
Andrés cambió mucho y yo me puse un poco más grande. La obsesión ya no es tal, pero el recuerdo de lo que fue permanece. Crecí con su música y sus posters pegados en las paredes de mi habitación. No puedo ser objetiva al respecto. Por suerte, por cada una de esas canciones horribles de su última época hay millones de canciones hermosas como Señal que te he perdidoPasemos a otro tema, Nos volveremos a ver, Por mirarte...muchas no están en El Regreso, pero sí está Paloma y las ilusiones que han venido, como decía Andrés...en su buena época.

 Christmas Songs
Diana Krall

Hay quien dice que los músicos deciden versionar las típicas canciones navideñas norteamericanas cuando quieren ganarse unos mangos sin pensar demasiado. Sinceramente...no me importa. Me encantan las canciones navideñas yankees y la voz de Diana Krall hace todo más ensoñador y elegante. Escuchar este disco es patinar en Central Park, comprar los regalos en Bloomingdale's, tomar un frapucchino en Serendipity y decorar uno de esos pinos de verdad. Si les pasa todo esto sólo hay una única explicación posible: mucha comedia romántica navideña encima made in Hollywood. Y es que el disco suena a espíritu navideño newyorker.
Christmas Songs de Diana Krall es capaz de reconciliar al más apático en las fiestas. Es ideal como música de fondo mientras descorchamos un espumante bien frío y abrimos los regalitos bajo el árbol, pero también es recomendable escucharlo siempre, así intentamos cumplir con la misión de Dickens: Vivir con la Navidad en el corazón todo el año. Un lindo desafío.

In between dreams
Jack Johnson

Jack es mi gurú. No sólo compone canciones friendly sino que además parece buen tipo. Si uno lo ve dan ganas de vivir toda la vida en ojotas y bermudas. Su música aplica a cualquier situación. Se puede escuchar cualquier disco de Jack Johnson con el primer mate de la mañana, como música de fondo mientras se disfruta una buena lectura, bajo el sol en una playa o tapado hasta la nariz en pleno invierno. Como sea, siempre remite a situaciones ociosas. ¿Hay algo más lindo que vivir de vacaciones? Escuchar a Jack es lo más parecido a esa idea.

Mercury falling
Sting

Nunca fui ni seré fan de The Police, pero sí de Sting. Raro pero cierto. Mercury falling fue un disco que gasté y pasó sin pena ni gloria, excepto por el track Let your soul be your pilot, tema de difusión en aquella época en que apareció. Mercury falling es un disco de otoño. El mismo arte del disco nos lo dice. Fotos color sepia, blanco y negro, grises...más no por eso triste, aunque sí un poco melancólico.
Es recomendable escucharlo con un rico té mientras se relee una novela de Jane Austen.
Mercury falling es pura poesía, y un placer adicional escuchar a Sting cantar en francés en la belle dame sons regrets. Sin palabras.

Sleepless in Seattle
Music from the film

Desde que tengo uso de razón la película Sintonía de amor se convirtió en uno de mis objetos fetiche. En aquella época Tom Hanks no tenía panza y Meg Ryan no había abusado del botox. Hablaban de magia y señales, dos conceptos que me acompañan al día de hoy. Es así, algunos siguen a Ravi Shan Kar como guía espiritual y otros seguimos las películas de Nora Ephron.
La banda de sonido de esta película es (como se dice en la película) mágica,  y nos recuerda ese final en el Empire State mientras Jimmy Durante canta "Es tan imporante hacer feliz a alguien..."
Sólo apta para románticos incurables.

 It's not too late
Norah Jones

Como el nombre del disco lo indica "No es demasiado tarde" para descubrir a Norah Jones.
En un principio Norah se me hacía monótona, me aburrían sus canciones y no encontraba cuál era el secreto de su éxito. Seguramente sigo sin encontrarlo, pero aprendí a disfrutar de su música y su voz medio cansina. Es ideal escuchar este disco una vez que se traspasa el umbral de casa. Me da mucha tranquilidad y logra desenchufarme de la locura diaria. 
Track favorito: The nearness of you.

The Artist
Music from the film

En unos días se vendrá el balance cinéfilo 2012 de este blog y hasta ese momento no quería revelar cuál era la película que este año logró desbancar a muchas de mi top ten personal. La que me hizo reír, llorar y volver a enamorarme del cine. Pero, sólo por una cuestión de tiempo, la discoterapia le ganó al balance cinéfilo y me veo en la obligación de revelarles antes del tiempo deseado que El Artista fue esa película. LA película. Por ser una película muda, la música es importantísima y Ludovic Bource no podía haber hecho mejor trabajo que esta banda de sonido. 
Grabada por la Filarmónica de Bruselas y disfrutable aquí y en todo el mundo. Es tragedia, alegría, romance. Todo. Todo lo que El Artista nos supo mostrar sin palabras.

Bonus track:

X
Inxs

Hoy, escuchar Inxs puede resultar latoso, viejo y algo peor: puede decepcionar, pero a pesar de ello no puedo dejar de mencionar a la banda australiana que despertaba mis mayores fantasías en mi adolescencia. X no fue el mejor disco pero sí la puerta de entrada al fanatismo que llegaría después. Musicalmente tenía un par de hits: Suicide blonde (dedicado a su novia de aquel entonces, Kylie Minogue) y By my side, el lento que llegamos a bailar en el boliche. Fue un disco que marcó mi tránsito del radiograbador al equipo de música con cd incorporado. Puro romanticismo. Fue el primero que me regalaron y el primero que tuve. El arte del disco resultaba ser un poster que incluía las letras. Michael Hutchence era fotogénico, sexy y tenía unos rulos envidiables. Tuve la suerte de verlo a él y a sus rulos sangolotearse en la cancha de Velez, antes de su muerte, allá por los 90.
Quizá es oldie y melancólico incluir este disco pero en igual medida es un recuerdo necesario.

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