30 octubre, 2007

Un McCartney en el placard



"No hay reglas. Lo que hace que una mujer tenga estilo es un espíritu y una individualidad desafiantes."

(Stella McCartney)







Ojalá en algún momento de sus vidas hayan tenido la oportunidad de recorrer un mercado de pulgas como es debido.

Hay gente aficionada a este tipo de lugares, con un ojo especial para encontrar futuros tesoros vinculados al diseño y la decoración. Stella McCartney fue una de ellas.

Descubrió su vocación mientras rescataba joyitas retro en una feria londinense. Habló con mamá Linda y papá Paul para comunicarles que se sentaría en los mismos pupitres donde lo había hecho el gran John Galliano.

El día de su desfile-graduación, sus amigas Kate Moss y Naomi Campbell lucieron pantalones y vestidos que mostraban el perfil de un caballo. No hagas a los animales víctimas de los caprichos de la moda procuró inculcar mamá Linda y Stella convirtió la idea en su sello. Sus diseños iniciales estuvieron vinculados a imágenes de la naturaleza. Pero su hada madrina, la que decidió empujarla al mundillo fashion encargándole su vestido de novia fue la abeja reina de las divas: Madonna.

Antes de llegar a ser su propia marca, Stella pasó por Chloé y Gucci. Además, la marca de las 3 tiras decidió convocarla para que diseñara lo más exclusivo en fitness.

Dicen que somos lo que comemos, pero también somos lo que vestimos. Tiene que haber una explicación para desear locamente unas botas, para vestirnos como guerreras y al día siguiente como damas victorianas. Nuestras prendas reflejan un estado de ánimo y McCartney que hace rato dejó de ser "la hija de" supo entender la cuestión a la perfección.

Si no alcanza para un McCartney original, que por lo menos nunca falte actitud. Con el jabot a lo María Antonieta o las plumas cual vedette de calle Corrientes.

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