19 marzo, 2015

La vida es un bricolaje

Dedicado a mi "maestra", socia, compañera, amiga, pero sobre todas las cosas y más importante...mi mamá
(Gracias. 
Una y mil veces)

Debo confesar que no se silbar ni andar en bici, actividad tan de moda en esta época eco friendly. Tampoco se calcular con éxito la proporción justa y necesaria de agua y fideos para dos personas, sólo por mencionar algunos ejemplos de mi lista de pendientes. Y hay más, pero la idea de este post no es enumerar todo lo que me queda por hacer en esta vida.  Me guardo algunos secretos. Algunas cosas de mi lista de pendientes se convierten en desafíos, metas a corto, mediano y largo plazo. Esperan su momento. Me esperan. En cambio, otras no. Llegan sin avisar. Aparecen por arte de ¿magia? o quizás, estaba en nuestros genes o se transmiten de generación en generación. Como sea, se imponen, cambian hábitos en nuestra vida, se vuelven hobby  o pasatiempo y hasta pueden llegar a convertirse en un microemprendimiento.

Entonces un día, sin saber muy bien cómo ni cuándo, pasaste por la librería artística y te olvidaste del mundo exterior. Metida entre acrílicos, pinceles y otros objetos te sentiste Alicia en el País de las Maravillas. Perdiste la noción del tiempo, y esos zapatos que ibas dispuesta a comprar son fácilmente reemplazados por un arsenal de tubitos de pinturas de distintos colores, cortantes y papeles varios.
Aprendés la jerga artística. Te volvés especialista en los distintos gramajes de papeles de lija, sabés para qué y con qué lijar cada cosa.  Este comportamiento puede ser similar en mercerías, pinturerías, casas de lanas o telas del tan variopinto barrio de Once.
Si ésto se repite, si descubrís que sos más feliz en una mercería, una maderera o una artística que en un shopping, no te asustes: te estás convirtiendo en una Artesana.
Si cambiaste las ferias de ropa del barrio de Palermo por las ferias de manualidades, si preferís quedarte en tu casa y ponerte tu "ropa de trabajo" manchada de acrílicos ¡y no te importa!, si preferís anotarte en un curso para aprender a bordar o a tejer crochet, si no podés con tu genio y terminás cargando muebles o algún otro objeto que la gente descarta pensando en restaurarlo...sí, sos una artesana.

Todas estas cosas me pasan y me pasaron gracias a la artesana más meticulosa y detallista que conozco: mi mamá, una máquina de tirar datos, conocimiento y pilas. Es una pateadora incansable de callecitas porteñas en búsqueda del  mejor precio, la mejor calidad. Es una permanente aprendiz y hoy, tengo el orgullo y la satisfacción de compartir las mismas manías, los mismos gustos. Así como a fines de los 80 y principios de los 90 me acompañaba a comprar ropa para ir al boliche, hoy somos capaces de dejar el sueldo en ferias de diseño. Y si tiene que ver con ayudar a los animales, mucho mejor.

Nuestro emprendimiento  familiar abrió sus ojos en Abril del año pasado, pero fue pensado y soñado desde hace más.
Crecimos con el sonido del ronroneo de fondo, con un gatito entre las piernas, con el calor que sólo ellos pueden dar una tarde de otoño. En homenaje a todos ellos decidimos llamarnos En el nombre del gato, porque son la mejor fuente de inspiración, una hermosa compañía y porque no queremos ni podemos imaginarnos la vida sin ellos. Así como tampoco podemos pensar la vida sin hacer algo con nuestras propias manos y todo nuestro corazón. 
De eso se trata la vida del artesano. 
Producir, equivocarse, aprender, probar cosas nuevas, crear...
Siempre.

Feliz día del artesano! 


2 comentarios:

  1. Qué emoción me produjo leerte!!!
    Feliz día del artesano, amiga-hermana!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias amiga-hermana! Vos también sos una gran artesana, fotografiando hermosos momentos! Muchos de ellos, tuve la suerte de compartirlos con vos! Un beso enorme!

      Eliminar