13 enero, 2012

Un gran chico

Estoy segura que Matt Damon es uno de esos tipos familieros, buen amigo, padre amoroso y fiel esposo. Seguramente por eso eligió protagonizar Un zoológico en casa, una película amigable como él.

En esta oportunidad Matt Damon es Benjamin Mee, un escritor de artículos de aventura que acaba de enviudar. Su hija, la pequeña Rosie, es una mocosa adorable que sin importar el mal trance familiar parece adoptar una actitud positiva en la vida. En cambio su hermano Dylan es un típico adolescente que parece hacer el duelo a través de sus dibujos oscuros.

Con este panorama familiar Benjamin se convierte en un papá full time que prepara desayunos a las apuradas, peina como puede a su hija mujer, llena su heladera con lasañas de todas las mujeres del colegio que miran con una mezcla de lástima y ardor al viudo que pretenden cazar, pero Benjamin está atrapado en un pasado feliz; mientras su hermano Duncan (Thomas Haden Church) se empeña en aconsejarle nuevas parejas e inversiones económicas, Benjamin extraña a su mujer y evita cada uno de los lugarcitos donde alguna vez fue feliz con su esposa.

De repente, la expulsión de Dylan del colegio parece ser el detonante para que renuncie a su trabajo, junte los bártulos y decida buscar un nuevo hogar. Su lugar en el mundo aparece a 14 km de la civilización, lejos de todo pero cerca de la naturaleza. Una vieja casa rural con sorpresa incluida: un zoológico venido a menos. De ahí el nombre de la película.

La reserva Rosemoor es un zoológico en quiebra que alberga un león, pavos reales, monos, tigres de bengala y un equipo de cuidadores, una especie de comunidad amante de los bichos que administran los pocos recursos que tienen y pelean por lograr la habilitación y reapertura del zoo.

Scarlett Johansson es la encargada del lugar, la que sabe qué medicación debe tomar un tigre enfermo, cómo acaparar la atención de un oso con problemas de conducta y también quien sabe esperar a Benjamin y saltarle directo a la yugular cuando el viudo esté preparado para iniciar una nueva relación.

También hay espacio para el amor adolescente entre Dylan y la luminosa Elle Faning (ya la teníamos vista en Somewhere y Super 8) que trae un poco de su luz a los dibujos y al corazón del hermético Dylan a base de sanguches a media tarde.

Un zoo en casa exige una mirada liviana e inocente. De lo contrario, si nos ponemos severos, el inspector (el villano de la historia) nos parecerá caricaturesco, los cuidadores tendrán aspecto circense, la bella Scarlett con sus botas de lluvia y balde en mano nos parecerá improbable y el hermano de Benjamin parecerá ridículo con su look campestre.


Porque esta vez Matt se metió a contar una de animales se merece una mirada benévola. Como Benjamin Mee hablándole a un tigre en sus últimas horas.

Como sólo puede hacerlo un gran chico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario