27 noviembre, 2012

Balance: La despedida del año


Este año me tocó despedirla, y cuando sucedió no encontré palabras para hacerlo en este espacio. Tampoco las encuentro ahora, pero leyendo esta carta que escribió esa chica tan especial llamada Fiona Apple es que pienso en Malena, mi gatita que ya no está...
Sé que nada ni nadie podrá reemplazar nuestro lazo, esa conexión inmediata que logramos con sólo mirarnos...y me quedo sin palabras y lagrimeando, por eso decidí tomar prestada la carta que Fiona Apple escribió para su perra, Janet. 
Este año Fiona Apple iba a participar del Personal Fest pero a causa de la enfermedad de su perra se bajó y decidió dar las explicaciones del caso, y como nos tiene acostumbrados lo hizo a su manera: amorosa y terriblemente triste. Si deciden leerlo, que sea con una caja de carilinas de por medio.  
El que alguna vez sintió algo así por un animal, se que lo entenderá. Y sino, se lo pierden.
Brindo por Malena, por Janet también y por todos aquellos amigos de cuatro patas que nos hacen tanto tanto bien.
Si de paso quieren recordar a Malena, acá y acá hice mención a mi amiga.   


Son las 6 de la tarde del viernes y estoy escribiendo a unos miles de amigos a los que aún no conozco.
Escribo para decirles que tenemos que cambiar nuestros planes y encontrarnos un poco más tarde.
Lo que pasa es esto.

Tengo una perra, Janet, que lleva casi 2 años enferma con un tumor que dormitaba en su pecho y que ha ido creciendo poco a poco. Tiene casi 14 años, la adopté cuando tenía 4 meses. Yo tenía 21 años entonces, adulta oficialmente, y ella fue mi hija.
Es una pitbull. La encontraron en Echo Park, con una soga en torno a su cuello y mordiscos en sus orejas y en su cara.
Era la que utilizaban los que organizan peleas de perros para dar más confianza a los que iban a pelear.
Como les dije, tiene casi 14 años y nunca la he visto empezar una pelea o morder, ni siquiera gruñir, así que entiendo por qué la eligieron para ese trabajo horrible.
Es una pacifista.

Janet es la relación más constante de mi vida adulta, eso es un hecho.
Hemos vivido en numerosas casas y dejado atrás unas cuantas familias provisionales, pero siempre las dos juntas.
Dormía en la cama conmigo, su cabeza sobre la almohada, aceptaba mi cara histérica y llorosa en su pecho, con sus patas abrazándome cada vez que tenía el corazón o el espíritu roto, o cada vez que estaba perdida, y según fueron pasando los años dejó que yo adoptara el papel de su hija mientras me dormía con su mentón apoyado en mi cabeza.
Estaba bajo el piano cuando yo componía mis canciones, ladraba cuando intentaba grabar algo y estuvo en el estudio conmigo durante toda la grabación del último álbum.

Cuando volví de la última gira estaba tan vivaz como siempre, está acostumbrada a que yo me vaya un par de semanas cada 6 o 7 años.
Tiene la enfermedad de Addison, lo que hace que sea peligroso para ella viajar porque necesita inyecciones de Cortisol con regularidad, porque reacciona al estrés y la excitación sin los mecanismos fisiológicos que tenemos el resto de nosotros y que evitan que, literalmente, muramos de pánico.

Pese a todo ello, es incesantemente feliz y juguetona y sólo dejó de comportarse como una cachorrita hace unos 3 años.
Es mi mejor amiga, mi madre y mi hija, mi benefactora, es la que me ha enseñado lo que es el amor.
No puedo ir a Sudamérica. Ahora no.

Cuando volví a casa tras la última parte de mi gira en EEUU noté una gran gran diferencia.
Ya ni siquiera quiere salir a pasear.
Se que no está triste por envejecer o estar cercana a la muerte. Los animales tienen instinto de supervivencia pero lo que no tienen es un sentimiento de mortalidad y de vanidad. Por eso están incontablemente más presentes que los humanos.
Pero sé que se está acercando al momento en el que dejará de ser un perro para, en vez de eso, convertirse en parte de todo. Estará en el viento, en la tierra, y en mí allá donde yo vaya.
No puedo dejarla ahora, por favor entendedlo.
Si me voy ahora, temo que morirá y que no tendré el honor de cantar para ella mientras se duerme, de acompañarla mientras se va.

A veces puedo tardar 20 minutos en elegir qué calcetines ponerme para irme a la cama, pero esta decisión es instantánea.
Estas son las elecciones que tomamos, las que nos definen.
No quiero ser la mujer que pone su carrera antes que el amor y la amistad.
Soy la mujer que se queda en casa y cocina Tilpaia para mi más querida y más vieja amiga. La que la ayuda a sentirse cómoda y arropada, segura e importante.
Se que sentiré un abrumador conocimiento de ella, de su vida y de mi amor por ella en los últimos momentos. Tengo que hacer lo imposible para estar ahí entonces. Porque será la más bella, la más intensa, la más enriquecedora experiencia que nunca haya conocido en mi vida, cuando muera.

Así que me quedo en casa, escuchándola roncar y respirar con dificultad y me deleito con el aliento más apestoso y horrible que nunca haya salido de la boca de un ángel.
Os pido vuestra bendición.
Nos vemos
Con cariño, Fiona.

2 comentarios:

  1. Entiendo cómo te debés sentir pero sabés algo, nunca dejarás de estar con ella y recordarla con mucho amor como nosotros recordamos a Matildo,a Toto, la Chocha, Manon, el Petiso, la Negra, Bartolo... entiendo cómo te sentís y por eso sólo puedo abrazarte con todo cariño contra mi pecho... pensé el usar el teléfono... no tuve el coraje...

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  2. Gracias tiiiii!!!!!! Se que me entienden, porque por suerte esta familia Valdo comparte no sólo el apellido, sino el mismo código animalero.
    Los quiero

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