16 agosto, 2011

Al maestro con cariño

La primera película que vi en el cine fue La Cenicienta. Sin embargo, la primera que recuerdo es ET el extraterrestre. Steven Spielberg fue el culpable que un 25 de diciembre mi madre, como muchas otras, abriera su cartera en la oscuridad de la sala y tanteara el pañuelo de tela para dejar de moquear mientras ET volvía a su nave, con la plantita a cuestas, y se despedía de su amigo terrícola Eliot, uno de los tantos chicos tristes de la colección spielbergiana.


Tuvieron que pasar más de 20 años de aquel hecho cinematográfico para que el escritor/director/productor J.J.Abrams, el mismo que logró volvernos locos durante 6 años con la serie Lost, el hombre que volteó en las calles de NYC la cabeza de la Estatua de la Libertad destruída, obra y gracia del monstruo Cloverfield, retomara la nostalgia ochentosa y volviera a la pantalla grande con Super 8, un sentido homenaje al gran maestro, al padre del aula cinematográfica: Steven Spielberg.


Dejando clara su condición de buen alumno, Abrahms empieza Super 8 con un funeral y la mirada triste de Joe, un chico que acaba de perder a su madre en un accidente, situación que lo llevará a estrechar lazos a la fuerza con su padre, segundón del sheriff del pueblo, un hombre bastante limitado en la tarea de mejorar el vínculo filial pero mayormente interesado en volverse el héroe del lugar cuando las papas quemen.


Con este panorama familiar, Joe se refugia en su grupo de amigos y en su rol como maquillador y encargado de efectos especiales de la película de zombies que el piberío intenta filmar a escondidas de los mayores. El juego de las escondidas y la simplicidad de recursos que disponen es muy tierno y emocionante, pero en plena acción el grupo será testigo de un accidente en una estación de tren. A partir de allí, los zombies caseros dejarán de ser el foco de atención y una nueva monstruosidad será la novedad.


A partir de ese momento la película es un abanico de apagones, desapariciones y paranoia para tirar al techo. Sin embargo Abrahms no abusa de los efectos, los usa a discreción y en momentos muy puntuales dentro de la historia. Prioriza el conflicto dramático familiar, el amor y el vínculo entre este grupo de amigos antes que el impacto visual. Esto no invalida las escenas a lo Jurassic Park, cuando el monstruo anda merodeando hambriento y furioso. Pero como suele pasar, el verdadero villano no es el monstruo sino los propios humanos que lo provocaron, y aunque esta vez los chicos no hagan migas con la bestia, inmersos en el caos, ponen su granito de arena para que el bicho reconsidere tal safarrancho.



Podrán decir que Super 8 es una mezcla de ET, Cuenta conmigo, Los goonies y todas esas películas ochentosas que amamos...y es cierto. Seguramente ese fue el espíritu buscado porque Super 8 es nostalgia, amistad, es el difícil vínculo entre padres e hijos, el primer amor de la adolescencia, es olvidarnos de modernos i-phones y la blackberry para volver por un rato a la comunicación por walkie-talkie. Es una de zombies y una de un monstruo a través de la mirada de los chicos. Entre ellos se destaca Elle Faning y su cara que no puede más de cinematográfica. Además la chica en cuestión no hace más que confirmar que le pasa el trapo a su hermana Dakota Faning, y por ello tiene un largo y auspicioso camino en la industria.


Super 8 es volver a casa. Es sentirse chico de nuevo, como en aquella sala de la calle Lavalle, cuando ET dejaba lloriqueando a Eliot.


Gracias por volver. Fue un buen viaje.


Escrita y dirigida por J.J. Abrams. Producida por Steven Spielberg.

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