25 agosto, 2017

La fiesta criolla


Son las 21.30 aproximadamente de un lunes feriado y en un conocido teatro de la Avenida Corrientes, Rodrigo de la Serna y sus músicos salen al escenario.
Rodrigo infla el pecho. Parece emocionado y sonríe. Está feliz. Es pura luz y la irradia a la platea. Chicanea con eso del "pánico escénico" pero sabemos que no puede ser cierto porque durante la próxima hora y media (y un poco más) va a demostrarnos una vez más su virtuosismo y su dominio actoral y vocal.
Rodrigo de la Serna, el mismo que vimos en Okupas, El Puntero o Diarios de motocicleta, cuando lleva su guitarra adosada a su anatomía es parte de ese cuarteto llamado El Yotivenco (conventillo al revés) junto con las guitarras impecables de Fabio Bramuglia, Blas Alberti y el guitarrón de Juan Hermelo. 

El recital es una linda excusa para disfrutar un anticipo de su disco Estilos criollos que incluye milongas, candombe, gatos cuyanos y chamarritas que de la Serna interpreta con ganas y mucho amor.
Se nota que su proyecto musical no es un mero pasatiempo. Aunque pocos lo saben, El Yotivenco existe hace más de una década y si bien hubo interrupciones de años sin tocar, la voz cantante dice que tan mal no les fue si todavía están arriba de un escenario.
Habla de su abuelo, de los burreros y conventillos, es un homenaje constante al lunfardo y sabe interpretarlo con la gracia necesaria, con la picardía porteña, con todo su cuerpo y sus gestos mientras toca y recita. 
Sabemos que Rodrigo es un excelente actor pero en su faceta musical es una caja de sorpresas, de registros, de manejo corporal en el escenario, es un monstruo cantor en constante formación y no viene a cancherear con eso. No viene a detallar su CV en el escenario. Viene a demostrar con garra y pasión su amor por la música criolla en la calle más porteña de Buenos Aires.


En la segunda parte del recital, se sumará una orquesta y de la Serna se vestirá con traje para cantar Barrio de tango de Homero Manzi o  de José María Contursi, entre otros.
La piel se vuelve de gallina con el bandoneón, el resto de la orquesta y el carisma, la voz y la personalidad que el cantor deja a su paso compadrito.

Más adelante habrá batería, percusión y hasta un coro de murga bastante fashion entre los que se encuentra Manuel de la Serna, hermano del cantante.
Todo es jolgorio y alegría que termina en la mismísima entrada del teatro, en plena calle Corrientes. 
El cuarteto sale a las luces de la ciudad y los celulares graban para inmortalizar ese momento único.
La fiesta criolla del Yotivenco llegó definitivamente para quedarse y está más viva que nunca.
Mi semana laboral fue más hermosa gracias a ese empujón tanguero que El Yotivenco dejó en mi memoria.
Y allí queda, para nunca irse.
Chin pun.

2 comentarios:

  1. Toda una fiesta, con sello argentino! Y además, es pura emoción ver a las personas disfrutando lo que hacen! Necesitamos más gente que ame lo que hace!!!

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    1. Fue una fiesta.
      Y sí, De la Serna y El Yotivenco transmiten ganas y pasión por lo que hacen.
      Inolvidable!

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