-Adiós buen mozo, le dijo mi abuela mientras me llevaba de la mano por la calle Suipacha.
Todavía me acuerdo de ese día que íbamos con mi nona a buscar el resultado de mis exámenes en la Cultural Inglesa.
-Adiós, chicas - dijo Tato. El mismísimo Tato Bores, sin la peluca y el habano.Tato Bores era una institución en casa, como la Botica de Tango de Bergara Leumann. Se intercambiaban comentarios en las propagandas -hoy llamadas publicidades-, pero mientras Tato monologaba y comía los fetuccini no se hablaba, sólo se lo disfrutaba.
Mauricio Rajmín Borensztein dice Google. Para mi, Tato de América.
Hoy cumpliría 85 años.
Todavía se lo extraña...
Todavía se lo extraña...