29 septiembre, 2010
Todo llega
24 septiembre, 2010
Amores perros
Qué me dirás?
Qué poco sabes tu decir!
Despídete, ya no estarás
al menos ten conmigo esa bondad...
Por un momento Jessi parece iluminarse con la idea. Ahora, que está soltera y disponible, va a poder hacer todas esas cosas que postergaba: anotarse en el gimnasio, salir a andar en la bici, ir al cine...sola. Ella no sirve para estar sola. Nació para la vida en pareja, para vivir buscando señales de conexión con el otro, para casarse, tener hijitos y tomar mate con cascaritas de naranja.
Mientras llora su mala suerte entra en escena Jenny, su concubina y amiga. Jenny es egoísta, autoritaria y carnal. Aunque esté de novia con "Pablito" coquetea con el sexo opuesto, reclama atención constante y es capaz de mentir a límites insospechados con tal de llevarse al chico lindo de turno.
En un primer momento Jessi y Jenny parecen estar pasando por distintos momentos amorosos. Sin embargo a Jenny también le tocará sufrir y el desamor las unirá, aunque afrontarán la separación de distinta forma.
El universo masculino está representado por Juan, el chico de la pizzería. Cuando las chicas llegan a un vínculo más cercano con el delivery boy, lo llaman John. Un chico buenazo, con tonadita del interior. Toma seriamente y con gran responsabilidad su trabajo de delivery. Es inocente y querible. Dice necesitar estabilidad emocional en su vida y las chicas, que cargan con el rótulo de mujer dejada, no tardan en saltarle a la yugular y apoderarse del botín.
¿Quién se quedará con Juan? No revelaré más al respecto.
Los tres personajes dan nombre a esta obra de teatro que retrata con humor, dulzura y cierto grado de patetismo el universo femenino luego de una separación.
Lo interesante de Jessi, Jenny & John es que en un punto todas podemos sentirnos reflejadas en esas chicas, aún cuando no hayamos vivido la misma experiencia. O si. Porque la obra no sólo quiere tratar el amor después del amor sino también la competencia, los celos, la amistad, el deseo de encontrar un amor para toda la vida.
Además la obra no deja afuera detalles exquisitamente ridículos como por ejemplo, el papel del bon o bon que guardamos de recuerdo, regalo del chico que nos gusta o (si somos como Jessi) con el que pensamos y deseamos casarnos algún día.
Un detalle no menor en Jessi, Jenny & John es la música. En realidad la obra no empieza con Jessi llorando en el piso de su casa, sino con un joven guitarrista en vivo que no hace más que tocar canciones melosas y cursis. Mientras la gente ocupa su mesa es divertido tararear los temas que salen de su guitarra criolla:
Te quiero tanto, no me preguntes más, te quiero tanto...
Si tu me hubieras dicho siempre la verdad, si hubieras respondido cuando te llamé...
Sé, que yo ya te perdí y esa historia de amor que nos unía a los dos, murió…
Canciones de Sergio Denis, Diego Torres y Luis Miguel nos van aclimatando con la historia que estamos a punto de ver.
Después vendrán dos números musicales. Uno de ellos remite a una escena del Rey León. El otro es dramático y gran parte de ésto se debe al tema Aviéntame, la letra desgarradora de Café Tacuba que da lugar a ese número musical.
Jessi, Jenny & John nos hace pensar que no vale la pena quedarse en la queja femenina. Juguemos las cartas que nos toquen en esa mano. Seamos valientes, aún con un cuatro de copas y sobre todas las cosas: no tengamos miedo de quedarnos solas un sábado a la noche y pedir una pizza. A lo mejor golpee a nuestra puerta el delivery vestido de príncipe azul.
Jessi, Jenny & John se presenta todos los viernes a las 21 hs. en el Teatro Bar Gargantúa, J.Newbery 3563, Cap.Fed.
17 septiembre, 2010
Cuenta regresiva
09 septiembre, 2010
Los chicos crecen
Pasó casi un año y goza de buena salud. Está radiante y lo mejor de todo: me quiere. No existe otra explicación. Percibe mi inexperiencia en todo lo vinculado a la jardinería y me acepta así, con fallas y olvidos. Sin rencores.
Hace unos días me sentí Julie Powell, la chica de Julie & Julia (película de Nora Ephron que adoré), bajando del subte con la plantita a cuestas. Y eso me llevó a escribir una vez más sobre Greta y su evolución.
Al llegar la ubiqué en un lindo lugar esperando que el vecinito notara su presencia. Mientras tanto le presenté a Frida, una planta que oficia de centro de mesa y que fue un regalo de una amiga del alma. Frida tiene tan buena energía que no para de crecer y sacar hojas nuevas. Va por buen camino, asi que junto con Greta hicieron buena yunta en ese rato.
El vecinito se maravilló con el crecimiento de Greta y esa noche no paró de admirarla. Finalmente le llegó el turno de la jardinería. Juntos recambiamos la tierra, la pusimos en una maceta tan linda como ella y la regamos.
Al día siguiente Greta volvería a su lugar habitual, pero por una noche volvimos a estar los tres juntos. Nos acordamos de aquel picnic en Escobar y el vivero donde después la descubrimos y de paso ensayamos esa frase que pronto nos estaremos repitiendo: los chicos crecen, aunque queramos que permanezcan chicos para siempre, crecen y se van...y hay que dejarlos.
Greta es un buen ensayo.